Asegura que si bien muchos candidatos han corrompido la política, hay otros que se han entregado al pueblo hasta dar la vida como mártires
El cardenal mexicano Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, cuestionó si acaso no es virtud, amor y quizás santidad, el hecho de que algunos candidatos a puestos de elección popular terminen perdiendo la vida por el pueblo.
Y es que en México, de acuerdo con la consultora Etellekt, de septiembre de 2020 a mayo de 2021, han sido asesinados 79 políticos, 33 de los cuales en el periodo de campañas del proceso electoral que llegará a su fin el próximo 6 de junio.
Además de los políticos asesinados –explica Arizmendi Esquivel en su artículo semanal difundido en la página de la Conferencia del Episcopado Mexicano– muchos otros han sido golpeados y amenazados, y otros han renunciado por las presiones de grupos armados.
Para el cardenal mexicano, nadie duda de que estas personas tengan defectos y de que sean pecadores. Incluso –dice– quizá no hayan sido muy practicantes de una religión. “Pero el amor sincero por los demás es el camino seguro para estar cerca de Dios”.
Por esta razón, el también responsable de la Doctrina de la Fe en el Episcopado Mexicano hizo un llamado a la sociedad a no limitarse a ver de lejos la situación por la que atraviesan los candidatos, quedándose sólo en críticas y lamentos.
Y es que –apuntó– si bien muchas personas han corrompido la política y la han convertido en un camino para su éxito personal, incluso aliándose “con otros de su calaña” y formando parte de “mafias que pretenden arrasar con todo y con todos”, también hay políticos y gobernantes que dan la vida por su pueblo.
“En el día a día, sobre todo en catástrofes por sismos, inundaciones y otras emergencias, casi no duermen ni toman sus alimentos a tiempo. Se desviven por resolver los problemas. No están todo el tiempo con su familia y no pueden estar pendientes de lo que sus hijos necesitan”, describió.
Pero no sólo eso: “interrumpen sus descansos, ponen dinero de su bolsa para atender a los necesitados. Se exponen a todos los peligros, muchas veces con la incomprensión e ingratitud de los ciudadanos. Pagan con su vida su entrega en el servicio a la comunidad. Se enferman y viven un verdadero martirio”.
“¿Esto no es santidad?”, cuestionó.
El cardenal Arizmendi citó al papa Francisco, en su discurso en Bolonia, Italia, cuando dijo que “el buen político lleva su propia cruz cuando quiere ser bueno, porque debe dejar tantas veces sus ideas personales para tomar las iniciativas de los demás y armonizarlas, para que efectivamente sea el bien común el que salga adelante. En este sentido, el buen político acaba siempre por ser un “mártir” del servicio, y esto es muy hermoso”.
Por ello, pidió agradecer la generosidad de muchos políticos y gobernantes, que desinteresadamente dan la vida por la comunidad, y aprovechó para llamar a la comunidad católica a que a la hora de votar, no se apoye a los “corruptos y prepotentes, a los destructores de la vida humana y de la familia, a los violentos y a los incapaces de escuchar y atender a quienes no piensan igual que ellos”.