No ha gustado entre los funcionarios vaticanos que la crisis de ingresos económicos que está viviendo el estado haya llegado hasta su nómina. Un grupo de trabajadores ha enviado una carta al papa Francisco mostrando su indignación y denunciando las “incoherencias” de una “medida desequilibrada” cuando hay directivos externos que llegan a ganar hasta 25.000 euros al mes. Le reprochan que con recortes así “para nosotros no existe un futuro sostenible”.
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Mientras se calcula que el déficit en 2021 se disparará hasta los 49,7 millones de euros por la pandemia; para este grupo de funcionarios es “una intervención demasiado invasiva sobre los derechos de los trabajadores, privándoles de los beneficios de los que ya disfrutan limitadamente”, según ha publicado Il Fatto Quotidiano sin precisar el número de los firmantes.
A esto se suma el hecho de que no se han realizado nuevas contrataciones o promociones internas, “el impago de las horas extras, la recuperación gratuita de las horas pasadas en casa durante el periodo de cierre con la imposibilidad de teletrabajar y ahora el recorte del plus de antigüedad de dos años”, denuncian tirando de citas bíblicas y de Doctrina Social.
Los directivos externos
“El sistema será cada vez más carente, antimeritocrático y desincentivado”, auguran en su escrito. En concreto denuncian la desigualdad de trato en los distintos departamentos vaticanos en materia laboral durante la pandemia, así como el hecho de que se mantengan privilegios que hay que suprimir como los contratos externos a directivos y asesorías externas.
De los gestores señalan que “ocupan espléndidos apartamentos de la APSA, situados en las zonas más prestigiosas de Roma, sin pagar ningún alquiler a la Administración en cuestión (se podría hacer un cálculo de la pérdida de ingresos por los alquileres de los edificios ocupados por ‘privilegio’) y sin tener que soportar ningún gasto de renovación, a diferencia de nosotros, los empleados, que pagamos todo”. A esto se suman coches, descuentos, dietas… Estos trabajadores esperar ser recibidos por el pontífice para que comprenda sus reivindicaciones.