La princesa de Asturias, Leonor de Borbón, completará los sacramentos de la iniciación cristiana recibiendo la confirmación el próximo viernes, 28 de mayo, precisamente dentro de la octava de Pentecostés, según desveló la revista ¡Hola! La celebración, organizada por el colegio Santa María de los Rosales, al que acude, se desarrollará de forma sencilla, discreta y con las necesarias restricciones provocadas por la situación sanitaria.
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En Aravaca y con sus compañeros de clase
La princesa forma parte de una de las tres tandas en las que el colegio ha organizado las confirmaciones de este año. La pandemia ha obligado a cambiar algunos elementos tradicionales en el colegio. Por ejemplo, las celebraciones se están desarrollando en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora en Aravaca (Madrid), el mismo templo donde recibió la Primera Comunión. Un acto al que, a diferencia de la Primera Comunión en la que los alumnos iban con uniforme, los confirmandos llevarán un traje formal.
Leonor ya ha participado en la convivencia previa en la zona de Guadarrama animada por los capellanes del centro. Según ha podido saber Vida Nueva, la celebración del próximo viernes no va a ser presidida por ninguno de los obispos madrileños, será el vicario de esa zona, Juan Carlos Merino, quien realice la unción sobre la frente de la princesa. Con motivo de la pandemia, los obispos han extendido los ampliamente la delegación de confirmar a numerosos vicarios y sacerdotes al multiplicarse las celebraciones para evitar eventos masivos. Esto se cumple en esta celebración.
¿Adelanto de la confirmación?
Un elemento de polémica entre las familias del colegio es el adelanto de la confirmación de 1º de Bachillerato a 4º ESO. Mientras Zarzuela ha apostado por el perfil bajo en la celebración de este sacramento, algunas familias ven una preferencia por una persona que se confirmará antes de abandonar el colegio para iniciar sus estudios en Escocia.
Lo cierto es que los obispos en sus diócesis marcan los procesos catequéticos y este ajuste en la pastoral del centro educativo no parece ir contra lo estipulado para la archidiócesis de Madrid –ni para el arzobispado castrense al que estrictamente pertenece la Casa Real–. Lo cierto es que los alumnos de Bachillerato tendrán sus celebraciones en la parroquia madrileña de Nuestra Señora del Buen Suceso, en la calle Princesa, y los de 4º ESO en Aravaca. Desde el colegio han preferido no entrar en este debate.
La incógnita del padrino
Otro elemento de malestar entre algunas familias es la limitación de invitados. La pandemia ha obligado a restringir la presencia en el templo a los padres y hermanos de los confirmandos. El hecho de que no se mencionen a los padrinos o madrinas reduce las opciones de quienes puedan realizar esta labor. En esta opción también hay quien mira a Zarzuela, con la situación delicada que viven algunos miembros de la familia del Rey.
El Derecho Canónico pide que sea, preferiblemente, alguien mayor de 16 años, confirmado, que esté libre de procesos canónicos que le hayan retirado este derecho, que sea una persona de fe. El Código también recomienda repetir padrinos en el bautismo y la confirmación, pero parece que este no va a ser el caso, ya que los padrinos fueron el rey emérito Juan Carlos y la reina Sofía. Con este panorama y las normas enviadas por el colegio parece que el rey Felipe podría ser quien ponga la mano derecha sobre el hombro de la princesa en el momento del rito del sacramento.
La confirmación del rey Felipe en palacio
El desarrollo de esta celebración contrasta con la forma en la que se desarrolló la confirmación del padre de la princesa, el rey Felipe. El monarca se confirmó, junto a sus hermanas las infantas Elena y Cristina, en la capilla del Palacio de la Zarzuela el 15 de enero de 1978 cuando tenía 10 años –tres años después de haber hecho la Primera Comunión en la misma capilla–.
Allí, su padre, el rey Juan Carlos, ejerció de padrino, y la celebración fue presidida por el destacado arzobispo de Toledo, el cardenal primado Marcelo González Martín. La reina Sofía, en la misma celebración, fue la madrina que acompañó a las infantas a la unión con el Santo Crisma. En aquella ocasión, a diferencia con las celebraciones de las primeras comuniones precedentes, la asistencia de familiares fue reducida –aunque no tanto como en el caso de Leonor–.
