“Hay una deuda ecológica que tenemos con la propia naturaleza, así como con los pueblos y países afectados por la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad causadas por el hombre”, ha afirmado el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra
“Es fundamental reconocer que la crisis climática tiene un rostro humano, el de las personas que se ven obligadas a huir de su entorno natural porque se ha vuelto inhabitable”. Estas han sido las palabras con las que el arzobispo Ivan Jurkovič, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, intervenía ayer en el coloquio internacional sobre las migraciones, celebrado por la Organización Internacional para las Migraciones, tal como informa Vatican News.
El encuentro se celebró bajo el tema ‘Hacia la Cop26: Acelerar la acción para abordar la migración y el desplazamiento en el contexto del cambio climático y ambiental’ y, sobre este asunto, el prelado señaló las similitudes entre la crisis climática y la pandemia del Covid-19, matizando que, mientras esta “llegó de forma inesperada”, la primera “lleva años desarrollándose; si bien no se abordó hasta hace poco”. Sin embargo, se ha llegado a un momento en el que “sus consecuencias paralizantes son ya una realidad para millones de personas en todo el mundo”.
“Ningún Estado puede gestionar las consecuencias por sí solo, y todos los Estados se ven afectados en cierta medida”, recordó Jurkovič. Asimismo, señaló que lo que “podría parecer un proceso inevitable de la naturaleza”, en realidad es “a menudo el resultado de elecciones equivocadas, actividades destructivas, egoísmo y negligencia que ponen a la humanidad en desacuerdo con la creación, nuestra casa común“.
Por todo ello, el observador de la Santa Sede aseveró que, por su “propia naturaleza y magnitud”, “la realidad humana de la migración” y “la cuestión del cambio climático” requieren “una respuesta colectiva y coordinada de la comunidad internacional”. “Hay una deuda ecológica que tenemos con la propia naturaleza, así como con los pueblos y países afectados por la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad causadas por el hombre”, afirmó Jurkovič.
De esta manera, no se trata de “cuestiones meramente políticas o económicas”, subrayó el prelado, “sino de cuestiones de justicia, una justicia que no puede seguir siendo ignorada o pospuesta“, ya que conlleva “una obligación moral hacia las generaciones futuras”.