“La oración no es una varita mágica, es un diálogo con el Señor”. En la audiencia general que presidió este miércoles en el patio de San Dámaso del Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre la oración centrándose en las ocasiones en las que quien reza siente que no es escuchado, una experiencia “de todos nosotros”.
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El Catecismo ofrece “una buena síntesis sobre la cuestión”, recordó el Pontífice, pues “advierte del riesgo de no vivir una auténtica experiencia de fe, sino de transformar la relación con Dios en algo mágico”. La oración, en cambio, no es “una varita mágica, es un diálogo con el Señor. De hecho, cuando rezamos podemos caer en el riesgo de no ser nosotros quienes servimos a Dios, sino pretender que sea Él quien nos sirva a nosotros”.
La humildad, “primera actitud” del orante
La humildad debe ser “la primera actitud” cuando se va a rezar para lograr así que nuestras palabras “sean lo que Dios quiera”. El Papa advirtió que en ocasiones es posible perderse en “vaniloquios” que Dios rechaza o rezar “por motivos equivocados”, como cuando se pide “derrotar al enemigo en la guerra, sin preguntarnos qué piensa Dios de esa guerra”.
“Es fácil escribir en un estandarte ‘Dios está con nosotros’; muchos están ansiosos por asegurar que Dios está con ellos, pero pocos se preocupan por verificar si ellos están efectivamente con Dios”, subrayó.
El mal, señor del penúltimo día
Al hablar del “escándalo” que significa para el orante las veces que parece que Dios no escucha, Francisco invitó a “meditar con calma los Evangelios” para descubrir que, en ocasiones, la respuesta de Jesús “se difiere en el tiempo”. “En alguna ocasión la solución del drama no es inmediata”, algo que también ocurre a veces en la vida cotidiana, cuando se pide una gracia y “no pasa nada”. Con el tiempo, en cambio, se descubre que “las cosas se arreglan según el modo de Dios”.
Jorge Mario Bergoglio invitó finalmente a rezar con fe, ante la que Dios al final “cae vencido y siente una ternura especial”, y destacó cómo “el mal es el señor del penúltimo día, nunca del último, que es siempre de Dios”. Por ello pidió a esperar “la gracia del Señor con paciencia”, ya que aunque a veces “el penúltimo día sea muy feo” y esté lleno de “sufrimiento”, al final Dios aparece “y resuelve todo, cumpliendo con todos los anhelos humanos de salvación”.
Saludo a una superviviente del Holocausto
Al finalizar la audiencia, el Papa se ha detenido con una mujer. Su nombre es Lidia Maksymovicz, superviviente del Holocausto. Deportada del campo de concentración Auschwitz Birkenau cuando apenas tenía tres años, esta bielorrusa de 81 años es la protagonista del documental ‘70072, la niña que no podía odiar’. La mujer, visiblemente emocionada, se ha remangado su camisa para enseñarle a Francisco el tatuaje con su número de prisionera. Para su sorpresa, Bergoglio no ha dudado y lo ha besado.
Lidia Maksymowicz llevaba el pañuelo de superviviente del Holocausto. Fue deportada a Auschwitz Birkenau cuando tenía tres años. Se ha levantado la manga y Francisco le ha besado el tatuaje con el número de prisionera del campo de concentraciónhttps://t.co/eoxPIpTdlf
— ROME REPORTS (@romereportsesp) May 26, 2021