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Jornada Pro Orantibus: ¿por qué hay que rezar por los que rezan?

‘La vida contemplativa, cerca de Dios y del dolor del mundo’ es el lema para este día que se celebra en el domingo de la Santísima Trinidad





El domingo de la Santísima Trinidad se celebra la Jornada ‘Pro orantibus’. Una forma de agradecer y reconocer la misión de la vida contemplativa en la Iglesia. Para los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada la jornada de este está marcada por la “crisis sanitaria” y “las consecuencias de todo tipo derivadas de la misma han sembrado nuestra cotidianidad de muerte, enfermedad, pobreza, desempleo, miedo, distancia y soledad”. Y los contemplativos no son ajenos a esta realidad.



Un clamor de la sociedad

“El mundo, que ha padecido siempre de muchos modos y ha gritado su dolor de mil maneras —quién puede olvidar el drama enquistado de la hambruna, la violencia, la trata de personas, la indigencia, la miseria, etc.—, lo hace también en nuestros días con acentos nuevos desde los tanatorios, los hospitales, las residencias, las colas del hambre, las oficinas del paro, los colegios, los templos, los hogares, las redes sociales…”, escriben los obispos en la reflexión que ofrecen este año.

“Un clamor que recorre nuestra sociedad y que atraviesa también los muros de monasterios y conventos donde hombres y mujeres del Espíritu elevan al Señor de la Vida su himno y su plegaria”, añaden. Y es que, “la vida contemplativa sufre cuando el mundo sufre porque su apartarse del mundo para buscar a Dios es una de las formas más bellas de acercarse a él a través de Él”.

Un amor apasionado

Los religiosos de vida contemplativa “se encuentran cada día a través de la búsqueda y la contemplación sagrada del rostro del Padre”, apuntan los obispos acudiendo al papa Francisco que escribió sobre la vida contemplativa femenina: “La vida consagrada es una historia de amor apasionado por el Señor y por la humanidad: en la vida contemplativa esta historia se despliega, día tras día, a través de la apasionada búsqueda del rostro de Dios” y a eso, prosigue el Papa, “respondéis con la ofrenda de toda vuestra vida, viviendo en él y para él, para alabanza de su gloria”.

Esto se aterriza en lo que refleja el lema de la Jornada: “La vida contemplativa, cerca de Dios y del dolor del mundo”. “Los contemplativos rehúyen el activismo frenético de nuestras sociedades y eligen una vía de intimidad orante y fraterna que, lejos de ensimismarlos, esterilizarlos o alejarlos del dolor del mundo, los convierte en faro para los mares agitados y semilla para los campos agrietados”, señalan los obispos. Es más, “no puede ser de otro modo, porque la forma más radical de hospedar al prójimo es hacerlo en el Dios que nos ha creado hermanos todos. Este es la vía por la cual la vida contemplativa despliega su servicio al mundo y canta su bienaventuranza escatológica”.

Presentar la vida a Dios

“Quizá no recorren nuestras calles entre luchas y afanes mundanos pero, presentando esas luchas y esos afanes al único que puede poner paz en tanta guerra, llevan la luz de la Resurrección allí donde estamos más amenazados de muerte y de tristeza”, recuerdan los prelados de la comisión.

Por eso, en esta jornada se pide al resto de la Iglesia que rece para que el Señor “los custodie en su amor, los bendiga con nuevas vocaciones, los aliente en la fidelidad cotidiana y les mantenga la alegría de la fe”. “Compartiendo su dolor y su esperanza, queremos estar cerca de Dios y cerca de todos, junto al dolor de cada ser humano”, concluyen.

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