“Me estoy volviendo cada vez más consciente de lo que desencadena la aceptación de la culpa y cómo cambia la perspectiva”, ha dicho el arzobispo de Colonia
Como una ayuda y una oportunidad. Así, lejos de entenderlo como algo negativo, ve el arzobispo de Colonia, Rainer Maria Woelki, la visita apostólica ordenada por el papa Francisco a su diócesis para profundizar en el supuesto encubrimiento de abusos por parte del prelado, que tendrá lugar a principios de junio.
“En los próximos días tendré y tendré una visita a nuestra arquidiócesis que espero con grandes expectativas”, ha dicho Woelki en un comunicado publicado en la web de la archidiócesis, en el que ha apuntado que los enviados de la Santa Sede serán el cardenal de Estocolmo, Anders Arborelius, y el obispo de Rotterdam y presidente de la Conferencia Episcopal Holandesa, Hans van den Hende. “Ambos deben formarse su propia imagen de los resultados y las consecuencias y la situación en la arquidiócesis”, apunta Woelki, “algo que simplemente no es factible desde la distancia”.
“Me estoy volviendo cada vez más consciente de lo que desencadena la aceptación de la culpa y cómo cambia la perspectiva”, continúa el prelado, “satisfecho” con la decisión del Papa. “¿Quién sigue hablando de los perpetradores en este momento? ¿Quiénes de los afectados? ¿Quiénes de las estructuras y procesos que deben cambiarse? Todo lo que sirva para aceptar la violencia sexual y hacer frente a la compleja situación es bueno”, afirma en la misiva. “Creo que es importante que en esta situación el Santo Padre nos haya enviado dos visitadores apostólicos”, asevera.
Y es que, en el informe encargado por la Conferencia Episcopal Aleamana acerca de los casos de abusos, si bien se señalaba que el la diócesis de Colonia se habían encubierto y llevado a cabo “malas praxis” en este sentido, se desvinculaba al prelado de toda responsabilidad en este sentido. Ahora, él parece dispuesto a prestar toda la colaboración necesaria para reparar los daños cometidos y prevenir los futuros.
Por este motivo, y aunque reconoce que la reevaluación solicitada por el papa Francisco “ha creado mucho malestar” en la diócesis, considera que es necesaria. “Estoy profundamente convencido de que nosotros, como cristianos, no podemos ganar el futuro si no nos ocupamos del pasado. No hay alternativa”, subraya. Además, apunta que “la visión externa de los dos visitantes puede proporcionar información valiosa sobre lo que salió mal durante el procesamiento y lo que aún queda por hacer. Es una oportunidad”.
“Todavía estamos en el inicio del proceso y ya hay brechas que parecen estar cada vez más profundas”, concluye Woelki. “Como cristianos, tenemos que superar este veneno de la polarización, este exclusivo ‘tú o yo’, la abierta oposición entre nosotros. Ya lo he señalado en varios puntos: estoy promoviendo un nuevo espíritu de unión cristiana”.