Al presentar a Cristo como “modelo de toda oración” en su catequesis, Francisco destaca que es un “maestro y un amigo, siempre dispuesto a esperar con paciencia la conversión del discípulo”
“Jesús está rezando por cada uno de nosotros ahora mismo, en los momentos de prueba y de pecado también”. En la audiencia general que presidió este miércoles en el patio de San Dámaso del Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco repitió varias veces este mensaje, animando a los fieles a que no lo olvidaran.
Al presentar a Cristo como “modelo de toda oración”, Jorge Mario Bergoglio recordó cómo Jesús llevaba en su corazón a todos los apóstoles, incluso a Judas, el traidor, a pesar de sus “errores y caídas”. “Es un maestro y un amigo, siempre dispuesto a esperar con paciencia la conversión del discípulo”, destacó.
El Pontífice invitó a los fieles durante su catequesis a preguntarse si incluso cuando están en pecado mortal Jesús reza por ellos. “Sí”, respondió con fuerza, advirtiendo que “el amor de Jesús por cada uno de nosotros no cesa” porque estamos “en el centro de su oración”. Es algo que debemos “recordar siempre”, pues Cristo “en este momento está rezando por mí, es una seguridad grande que debemos tener”.
Tras subrayar cómo los grandes momentos de cambio en la misión de Jesús estuvieron “siempre precedidos por una oración intensa y prolongada”, destacó cómo ésta es la “única fuente de luz y de fuerza”, por lo que invitó a rezar “intensamente” cada vez que en la vida se afronta una situación difícil. “Jesús no solo quiere que recemos como hace Él, sino que además nos asegura que, aunque nuestros intentos de oración fueran del todo vanos e ineficaces, podemos contar siempre con su oración”.
Al final de la audiencia, el Papa invitó a hacer el “ejercicio de memoria” de recordar que Jesús “reza por nosotros” cada vez que surja una dificultad. “Es verdad, lo dijo él mismo”, declaró Francisco, destacando que aunque nuestras oraciones fueran “solamente balbuceos y se vieran comprometidas por una fe vacilante, nunca debemos dejar de confiar en Él. Sostenidas por la oración de Jesús, nuestras tímidas oraciones se apoyan en alas de águila y suben al cielo”.