La situación en Myanmar está lejos de estabilizarse. Los continuos ataques del ejército birmano en el estado de Kayah, al este del país, poblado en su mayoría por la etnia karenni es un claro ejemplo del éxodo al que se ven sometidos los cristianos de la región. El pasado 31 de mayo se desarrolló un ataque sorpresa sobre dos ciudades con aviones, helicópteros y artillería pesada. Un ataque que se suma a otras preocupantes noticias del país como la posible desaparición de la líder Aung San Suu Kyi.
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Éxodo masivo
“Como los soldados están disparando a la gente y saqueando sus propiedades, aproximadamente un tercio de la población total del estado de Kayah ha tenido que huir por su propia seguridad”, señala el sacerdote Paul Tinreh a la Agencia Fides. En el estado había hasta hace poco unos 100.000 cristianos, ahora la reducción es considerable.
“Las ciudades y los pueblos han sido atacados sin ninguna consideración por la seguridad de los civiles. Muchas personas necesitan urgentemente alimentos, medicinas y cobijo, ya que está comenzando la temporada de lluvias, y muchos tienen problemas estomacales, probablemente debido al agua sucia y al ambiente antihigiénico”, reclama Tinreh. El sacerdote lamenta que “además, los militares han bloqueado las principales carreteras de acceso al estado para impedir que la población reciba ayuda humanitaria. La gente está desesperada”.
Algunos de los cristianos que han ayudado a la población han sufrido represalias –dos jóvenes han sido asesinados– y han sido saqueados parroquias y conventos. Hasta siete parroquias han sido totalmente abandonadas ante el desplazamiento que han sufrido los cristianos. La Iglesia local está asistiendo a los refugiados que llegan hasta la frontera con Tailandia.