Obispos de Estados Unidos, así como una representación de México y Centroamérica, se reunieron este 1 y 2 de junio en el Seminario Mundelein en Chicago, Estados Unidos, para coordinar esfuerzos a favor de los migrantes.
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En el encuentro, el arzobispo de Los Ángeles, California, y presidente de los obispos norteamericanos, habló de la necesidad de encontrar un camino que tenga como base la solidaridad y la fraternidad, y que respete los derechos y la dignidad de todo migrante, “como hijo de Dios, hecho a su imagen”.
En su mensaje –del cual dio cuenta Ángelus, plataforma de comunicación de la Arquidiócesis de Los Ángeles– José Gómez lamentó la indiferencia ante los sufrimientos del inmigrante, del refugiado o de cualquier otro necesitado: “Tenemos el deber de cuidarnos unos a otros, para llorar con los que lloran y para levantar a los que caen”.
En el encuentro participaron 20 obispos, así como una representación del Vaticano y líderes de organizaciones católicas, quienes han comenzado a trabajar en una respuesta de “bienvenida” por parte de la Iglesia a los inmigrantes, para atenderlos en las diferentes diócesis de los Estados Unidos.
De igual forma, se trabajará en identificar de manera más profunda las causas que provocan que los migrantes abandonen sus países de origen; esto, con finalidad poder establecer una mejor estrategia para defenderlos oportunamente.
Piden eliminar fórmulas fallidas
Las delegaciones de México y Centroamérica fueron invitadas a este encuentro por parte de los obispos de Estados Unidos con la intención de involucrarlos en este proceso y buscar la colaboración de la iglesia en la región.
En este sentido, el obispo de El Paso, Texas, Mark Seitz, hizo un llamado a las delegaciones invitadas a buscar lazos de unidad más allá de las fronteras, y “colaborar en los diferentes roles, responsabilidades y ministerios, levantar nuevamente la voz moral de la Iglesia con los tomadores de decisiones en este momento crítico, en defensa de los derechos y la dignidad de aquellos que se ven obligados a huir”.
El obispo calificó como “decisivo” este momento, por lo que exhortó a los participantes a dar una respuesta audaz por parte de la Iglesia, basada en el espíritu y en la fidelidad al Evangelio.
Aseguró que la sociedad, incluido el gobierno, espera de la Iglesia católica una brújula moral para enfrentar los desafíos que presenta la inmigración.
Por ello –dijo– “existe la oportunidad de dejar de lado las viejas formas fallidas de responder a la migración con barreras y armas de guerra… Es hora de buscar nuevos caminos y comprensión del lugar de la migración dentro de la historia humana (…) Es hora de reconocer a los migrantes no como intrusos, sino como personas que revelan el rostro de Cristo en su amor y coraje, y que nos enriquecen con su presencia”, añadió.
Replicar la bienvenida
En su oportunidad, el cardenal Blase J. Cupich, de Chicago, hizo un llamado a lo obispos mexicanos y centroamericanos a evaluar cómo se puede llevar lo abordado en la reunión a sus respectivas regiones, porque en este tema resulta fundamental la ayuda de otras diócesis fuera de los Estados Unidos, a fin de dar a los migrantes “la bienvenida que se merecen”.
Cupich instó también a la cooperación con los funcionarios del gobierno para trabajar en el tema, e indicó: “tenemos que respetarlos; tenemos que pensar lo mejor de ellos y, sin embargo, al mismo tiempo, no permitirnos estar descontentos, no esperar lo peor, incluso cuando nos decepcionen”.
Los participantes
En el encuentro participaron, además el cardenal estadounidenses Joseph W. Tobin de Newark, Nueva Jersey, el obispo auxiliar Mario E. Dorsonville de Washington; el obispo Oscar Cantú de San José, California; el arzobispo Gustavo García-Siller de San Antonio; el padre Robert Stark, de la Sección de Migrantes y Refugiados del Vaticano.
Asimismo participaron Sean Callahan, presidente y director ejecutivo de Catholic Relief Services; Anna Gallagher, directora ejecutiva de Catholic Legal Immigration Network Inc.; Anthony Granado, vicepresidente de relaciones gubernamentales, Catholic Charities USA; el padre jesuita Rafael Moreno, coordinador regional de la Red Jesuita de Migración; y la Hermana Norma Pimentel, misionera de Jesús, directora ejecutiva de Catholic Charities del Valle del Río Grande en Brownsville, Texas.
De igual modo, asistieron miembros del Hope Border Institute; los obispos del llamado “Triángulo del Norte”, de donde provienen muchos de los migrantes a los Estados Unidos. Entre ellos el obispo Guido Charbonneau de Choluteca, Honduras; el obispo salvadoreño, Oswaldo Escobar de Chalatenango; así como el arzobispo mexicano Gustavo Rodríguez Vega de Yucatán y el obispo auxiliar Alfonso Miranda Guardiola, de Monterrey, y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.