Europa

El sueño de la Iglesia alemana desvela al Vaticano





Abusos sexuales, gais, papel de la mujer, celibato sacerdotal voluntario, participación de los laicos, clericalismo y distribución del poder… Echándole un vistazo a los temas que se debaten en el Camino Sinodal iniciado por la Iglesia católica alemana a finales de 2019, y que se extenderá hasta el año que viene, se entiende la creciente preocupación que el encuentro suscita en el Vaticano.



Algunos temen que este amplio debate sobre cuestiones espinosas y generalmente reclamadas por el sector eclesial más liberal, acabe llevando a una pugna abierta contra Roma y la doctrina católica. Mientras varios cardenales conservadores han hablado ya abiertamente de situación precismática, en la Curia romana se siguen muy de cerca los movimientos de la Iglesia germana para tratar de reconducir la situación y evitar el choque.

No se quiere que se repita lo sucedido el pasado 10 de mayo, cuando en cientos de parroquias alemanas se realizaron bendiciones a parejas homosexuales. Aquella iniciativa fue un claro desafío al polémico documento de marzo de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), en el que se recuerda a los sacerdotes que no pueden bendecir uniones –aunque sean estables– que impliquen actos sexuales fuera de la concepción tradicional del matrimonio.

“Lo que pasó el 10 de mayo fue una provocación explícita a la doctrina de la Iglesia, que está basada en las Sagradas escrituras y en la Tradición Apostólica”, advierte a Vida Nueva el cardenal alemán Walter Brandmüller. Para este historiador eclesial, el Camino Sinodal germano solo ofrece la novedad de la “rehabilitación de la homosexualidad” respecto a la asamblea análoga que se celebró entre 1971 y 1975 y cuyas conclusiones nunca fueron aprobadas por la Santa Sede.

“Es muy significativo que el rechazo romano de entonces no fuera aceptado por la parte alemana. Es más, la lucha continúa”, dice Brandmüller. Aunque lamenta que la situación hoy se haya “agravado”, asegura que “la gran mayoría” de los católicos alemanes que frecuenta la misa dominical siente “poquísimo interés” por la asamblea sinodal. Sus promotores, no obstante, tratarían, según el purpurado, de que el encuentro influya en el rumbo del pontificado de Francisco.

No desviarse del camino

Cuando se le pregunta por el riesgo de que se llegue a una situación cismática, Brandmüller muestra su esperanza en que se evite la ruptura y piensa que esta, en cualquier caso, afectaría solo a “la jerarquía” de la comunidad eclesial germana. Más duro se muestra el cardenal Robert Sarah, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino, que lamenta que la Iglesia esté hoy en un “Viernes Santo”, en el que “la barca parece que hace aguas por todas partes”.

En una entrevista con Il Foglio, Sarah advirtió sobre aquellos que “tienen la tentación de traicionar dejando la nave para seguir los poderes de moda”. Por si había dudas de a quiénes se refería, aclaró que hablaba del Camino Sinodal alemán. “Uno se pregunta lo que quedará del Evangelio si todo esto llega al final: una verdadera apostasía silenciosa”.

Otras voces vaticanas, en cambio, se muestran más dialogantes aunque marcan igualmente los límites. El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, dijo en marzo que estaba “a disposición” de los pastores germanos. “Estamos aquí para ayudar a las Iglesias locales en estos procesos, para sostenerlas. Naturalmente cada caso es único. Hay algunos que necesitan que les animemos a dar un paso adelante y otros a los que debemos advertir que sean un poco más prudentes.  No porque nadie quiera limitar la libertad, sino para ayudar a no desviarse del camino”, comentó Grech a la agencia KNA.

Las indicaciones desde Roma, tanto las descarnadas como las más discretas, no han caído del todo bien en Alemania. Georg Bätzing, obispo de Limburgo y presidente de la Conferencia Episcopal germana, lamentó el pasado abril que para algunos en el Vaticano el Camino Sinodal se considere “demasiado protestante” y como un peligro para la unidad de la Iglesia.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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