Culturas

Antonio Praena: resucitar en verso de la pandemia





Antonio Praena (Purullena, Granada, 1973) es, como afirma el crítico Carlos Izquierdo, “un poeta consagrado, indispensable en el panorama poético en lengua española”. Así es. Los premios enarbolan la voz y la trascendencia de este dominico que nos abraza en “la libertad del lenguaje, que es misterio”, como él mismo proclama. Ha obtenido el Jaime Gil de Biedma, el Tiflos, el José Hierro y, entre otros, el XIX Premio Emilio Alarcos, precisamente por ‘Cuerpos de Cristo’ (Visor), su último poemario: vibrante, celebratorio, inevitablemente de resurrección.



“El título Cuerpos de Cristo se afirmaba por sí mismo a medida que el libro tomaba su forma definitiva –explica el poeta–. Los cuerpos de Cristo son los otros, ese ‘Vosotros’ que da título a la primera parte. La cita de Mateo 25 así lo presenta: ‘Cada vez que hicisteis esto con alguno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis’. Cada uno de los poemas del libro está dedicado a alguien con rostro concreto en unas circunstancias concretas”.

El encuentro con esos cuerpos de Cristo –como “la viuda que a veces viene a Cáritas”, porque las mujeres están muy presentes en este libro– no tiene más razón “que el hecho de ellos mismos”. “Los otros –afirma– nos anteceden, como persona, como lenguaje, como sacramento en que abrazamos, o rechazamos, la presencia sagrada del Misterio”.

La segunda parte del poemario, ‘Ecce Homo’, se la dedica a Francisco José Pujalte Pellicer, y en él –en su fallecimiento, en su memoria, en su amistad– está realmente el origen de este Cuerpos de Cristo. “El poemario nació en los días de enfermedad y muerte de quien fue mi mejor amigo, también dominico, de mi misma edad, fallecido en abril de 2020 por el COVID-19 en Madrid”, recuerda Praena.

En el confinamiento

Los versos surgieron entonces “contra mi voluntad, pues no pensaba en escribir ni en publicar tan pronto, ya que el último libro, ‘Historia de un alma’, estaba relativamente reciente. Todo ocurrió en pleno primer confinamiento, durante la enfermedad y muerte de Francisco, amigo y hermano. Los versos se desataban como un diálogo”. Incluido el último poema, ‘Ecce Mullier’, dedicado a la madre del dominico fallecido.

No son –ni se le aproxima– poemas de duelo, sí todo lo contrario. “La fecha en torno a la que surgen, la Pascua judía y cristiana, configura absolutamente el espíritu del libro. Prevalece la gratitud, prevalece la esperanza y una experiencia de resurrección desde la que el texto entero adquiere su redacción última. La resurrección lo invade todo”, manifiesta el escritor. “En algunos momentos la perspectiva es, como algún crítico ha señalado, y con qué acierto, sub specie aeternitatis –añade Praena–. Porque hasta el dolor, la soledad, la despedida, la palabra que no pudo ser y ya nunca será, están transfigurados por la resurrección”.

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