Entrevistas

Marco Marzano: “No es cierto que la Iglesia forme abusadores, pero sí mentirosos”





Por medio del análisis científico y de decenas de entrevistas, Marco Marzano trata de explicar en su último libro, ‘La casta dei casti’ (‘La casta de los castos’, publicado en italiano por Bompiani), cómo el sexo y la afectividad se han convertido en el ‘elefante en la habitación’ para el clero católico, la incómoda verdad que no puede reconocerse en público.



En el seminario se invita a las personas a censurar los aspectos que tienen que ver con sus emociones y su vida íntima. El secreto se aprende, aunque para muchos chicos supone una fuente de dolor. Permite conservar la apariencia que pretende la institución, pero también la propia vida afectiva, que es una necesidad”, señala este profesor de sociología en la Universidad de Bérgamo y analista de la realidad eclesial, que advierte de las “consecuencias peligrosas” de esta “doble moral” tanto para los sacerdotes como para la sociedad en su conjunto.

PREGUNTA.- ¿Cómo valora el documento del Vaticano negando la posibilidad de bendecir los matrimonios homosexuales?

RESPUESTA.- Se limita a reiterar lo que ya se sabe: que la Iglesia católica es contraria a cualquier forma de reconocimiento religioso de las parejas homosexuales. Quien pensaba que las cosas habían cambiado en una dirección progresista ha metido la pata. Se trata de un golpe más contra el Sínodo alemán y el sector reformador, tras el misil que fue Querida Amazonía por la negación de los ‘viri probati’.

La Iglesia pide a los homosexuales católicos laicos que sean castos y célibes. Es lo mismo que hace con sus sacerdotes. Los motivos detrás de estas dos peticiones son obviamente diversos, pero el modelo propuesto por la Iglesia es el mismo. Confirma el lazo profundo y preferencial que subsiste entre la vida clerical y la orientación homosexual, como expongo en el libro.

Identidad sexual

P.- ¿Cómo explica que el sacerdocio atraiga a algunos jóvenes homosexuales?

R.- El Papa dijo que quién era él para juzgar a un gay, pero también que hay que excluirlos de los seminarios. La Iglesia tolera la homosexualidad, pero no acepta que se declare y viva abiertamente, por lo que combate la reivindicación de derechos. Pero, al mismo tiempo, es una institución homófila por el ambiente masculino del clero, en el que los gais pueden alcanzar posiciones importantes y respetadas en la sociedad.

En Occidente, donde la tolerancia a la homosexualidad ha aumentado mucho, esos chicos suelen provenir de familias integristas católicas, para las que tener un hijo gay es una desgracia. Al hacerse curas, les dan una alegría a sus madres y esconden su identidad sexual, porque nadie les va a preguntar más por ella.

P.- Usted afirma que la Iglesia católica como institución busca la obediencia y sumisión absoluta de sus funcionarios, algo que logra por medio del celibato. ¿Por qué?

R.- El celibato, por un lado, liga de manera muy fuerte a los miembros del clero con la institución, haciéndoles completamente dependientes de ella. Al no tener familia ni vida afectiva, puede moverlos de una parroquia a otra y ejercer un control total. Por otro lado, permite a la Iglesia presentarse como una institución santa, al estar animada y gobernada por personas capaces de reprimir y controlar los deseos y necesidades sexuales y afectivas, que son comunes a todos los seres humanos, y que, además, lo hacen como sacrificio por el bien de la humanidad.

Pero la realidad es que esto no sucede, porque los sacerdotes son personas como cualquier otra y su humanidad, antes o después, emerge. Con el paso del tiempo, declina su idealismo inicial, que les hacía adherirse al celibato. Esto sucede cuando ven lo que pasa dentro de la Iglesia y comprenden que se trata de una organización humana que les pide un sacrificio muy difícil de respetar. Para muchos, además, es un sacrificio sin sentido, pues consideran que a Nuestro Señor probablemente no le interesa que le ofrezcan la castidad a cambio de la salvación.

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