“A nosotros nos corresponde sembrar, con amor, compromiso y paciencia. Pero la fuerza de la semilla es divina”, invitó el Pontífice durante el rezo del ángelus
Nuevamente el papa Francisco no ha faltado a sus cita semanal con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar el ángelus. El Pontífice ha presidido la tradicional oración mariana desde la ventana del despacho del Palacio Apostólico. Bergoglio ha querido tener palabras de cercanía con la población etíope de Tigray, que vive una crisis humanitaria que ya ha dejado más de dos millones de desplazados.
“Rezamos juntos para que cese inmediatamente la violencia, se garantice a todos la asistencia alimentaria y sanitaria y se recupera, lo más rápido posible, la armonía social”. Además de denunciar que la población pasa hambre, agradeció el compromiso de quienes se encuentras allí.
El Papa se sumó a las reivindicaciones de la Jornada contra el Trabajo infantil, celebrada este 12 de junio, denunciado que más de 150 millones menores son explotados hoy en día –“como todos los habitantes de España, Francia e Italia”–. “Renovemos todos el compromiso por eliminar esta esclavitud de nuestros tiempos”, reclamó. También pidió, a partir de un acto en Sicilia, que no se olvide el drama de los migrantes que pierden la vida por intentar llegar a Europa. “El Mediterráneo se ha convertido en el cementerio más grande Europa”, recordó. El Papa se sumó además a la Jornada del Donante de Sangre, que se celebra el 14 de junio.
Al comentar el evangelio del domingo sobre la semilla que crece sin ser vista y el grano de mostaza (cf. Mc 4, 26-34), el pontífice destacó que Jesús, a través de las parábolas “nos enseña que incluso las cosas de cada día, aquellas que a veces nos parecen todas iguales y que llevamos con distracción o cansancio, están habitadas por la presencia oculta de Dios”.
“A veces el ruido del mundo, junto con las muchas actividades que llenan nuestros días, nos impiden detenernos y ver cómo el Señor conduce la historia”, advirtió el Papa. “La semilla de nuestras buenas obras puede parecer pequeña; sin embargo, todo lo que es bueno, pertenece a Dios y, por lo tanto, humildemente, da fruto lentamente. La bondad –recordémoslo– siempre crece de forma humilde, oculta, a menudo invisible”, añadió.
Para Francisco, “en muchas situaciones de la vida puede ocurrir que nos desanimemos, porque vemos la debilidad del bien en comparación con la aparente fuerza del mal. Y podemos dejarnos paralizar por la desconfianza cuando nos damos cuenta de que nos hemos esforzado, pero los resultados no llegan y las cosas nunca parecen cambiar”. Por ello, reclamó, “una nueva mirada sobre nosotros mismos y sobre la realidad”.
El Papa invitó a “descubrir la presencia de Dios que, como amor humilde, actúa siempre en el terreno de nuestra vida y en el de la historia. Esta es nuestra confianza, esto es lo que nos da fuerza para seguir adelante cada día con paciencia, sembrando el bien que dará fruto. ¡Qué importante es esta actitud también para salir bien de la pandemia!”, exclamó. “Cultivar la confianza de que estamos en manos de Dios y al mismo tiempo comprometernos todos a reconstruir y empezar de nuevo, con paciencia y constancia”, añadió.
Frente a la “cizaña de la desconfianza”, Francisco pidió que “no olvidemos nunca que los resultados de la siembra no dependen de nuestras capacidades: dependen de la acción de Dios”. “A nosotros nos corresponde sembrar, con amor, compromiso y paciencia. Pero la fuerza de la semilla es divina”, apuntó. “Con Dios, incluso en los suelos más secos siempre hay esperanza de nuevos brotes”, concluyó.