La red solidaria internacional de los Agustinos Recoletos, presente en 22 países, realiza infraestructuras en tierras peruanas para proveer de agua potable y cocina a comunidades empobrecidas
Arcores, red internacional de los Agustinos Recoletos, está presente en 22 países y trabaja con el principio básico de autosostenibilidad de los proyectos. “Las comunidades participan y colaboran, son las responsables de cuidar y mantener los proyectos”, explica Javier Sánchez, director ejecutivo de Arcores Internacional. Es decir, no darles el pescado, sino la caña para pescarlo.
Uno de los lugares donde está presente es Perú, donde Arcores acaba de cumplir 24 años (primero bajo el nombre de Haren Alde). El padre Severiano de Cáceres comenzó esta labor constante en favor de las personas más desfavorecidas.
Nuestro rol es estar al lado, acompañar, asistiendo, facilitando y favoreciendo a las personas. Trabajamos con las personas una a una, que forman parte de una comunidad. Ellas son protagonistas y lideran sus procesos de cambio.
Las obras de desarrollo y agropecuarias son autosostenibles, es decir, que una vez entregadas a las comunidades, ellas son las responsables de mantenerlas y ya no queda ningún vínculo con Arcores.
En estos años de trabajo, Arcores Perú ha realizado infraestructuras para proveer de agua potable a comunidades que nunca han tenido, o ya no tienen por ser sistemas antiguos y deteriorados, mediante depósitos de agua y líneas de distribución. Otro campo muy importante es la construcción de cocinas mejoradas, que ayudan tanto al medioambiente como a la salud de las personas.
Estos dos tipos de proyectos, de los que se encarga el área de cooperación al desarrollo, están siendo especialmente importantes durante la pandemia. ¿Cómo vamos a enseñar a los campesinos a lavarse las manos con frecuencia si no tienen agua? ¿Cómo decirles que no inhalen los humos tóxicos si preparan los alimentos en una cocina de tres piedras y sin chimenea?
Sin duda, en este tiempo, también está teniendo especial importancia el área de promoción de la salud. Dos enfermeras imparten capacitaciones, charlas y ejercicios prácticos sobre higiene y las normas del Ministerio de Salud para combatir el Covid. También se imparten otras cuestiones no relacionadas con la pandemia, por ejemplo, sobre vivienda saludable o cómo combatir enfermedades intestinales e infecciones respiratorias. Porque no solo se trata de darles una obra de ingeniería, sino de transformar su modo de vida.
En el área agropecuaria, en estos años hemos construido 50 galpones de cuyes en Lascán; a cada familia se le da siete cuyes y semillas para la siembra de alfalfa. Además, hemos construido un invernadero en Llasavilca como plan piloto para toda la región.
Tanto en los proyectos de sistemas de agua potable como en los de cocinas mejoradas, se tiene presente la reforestación. Por ello, se les proporciona 20 plantones a cada familia para que los siembren en sus terrenos. Además, en cada cocina de las casas de campo se construyen dos microrrellenos sanitarios, uno para depositar los desperdicios inorgánicos y otro para convertir la basura orgánica en humus o estiércol.
Dentro del área de ayuda humanitaria, el Proyecto Estrella cuenta con 158 niños apadrinados. Para que los alimentos lleguen realmente a los niños en crecimiento, se les hace un seguimiento a las familias.
Otros programas que se han realizado son ‘Corazones inquietos para servir’ y la campaña ‘Préstame un balón de oxígeno’ durante la pandemia. Con estos proyectos se procura atender a las necesidades más urgentes, como ocurrió hace un lustro con el fenómeno del Niño, cuando se desarrolló el programa Emergencia Perú junto con Arcores España.
Los valores que nos mueven son la humildad, la comunión, la entrega y el trabajo en equipo.
La humildad para sabernos parte de un todo, para reconocer maestros en las otras personas, para saber escuchar y para poner en práctica nuestro voto de pobreza. Sabemos que todo suma, incluso lo más pequeño.
Comunión para, estando juntos, sentirnos uno, por acercarnos a un ideal trascendente más justo. Entrega porque, por vocación, nuestra dedicación es íntegra, porque nuestro compromiso es en cuerpo y alma y actuamos desde el corazón; porque somos exigentes con nosotros mismos.
Y, por último, trabajo en equipo, ya que todos los proyectos son elaborados y asumidos por todo el equipo; así, todos nos vemos involucrados en ellos, tanto si son aprobados como si no.
Los financiadores de España aportan entre el 60% y el 80% del coste de las obras, de modo que la comunidad y Arcores Perú tenemos que poner de nuestra parte la logística, el trabajo y los materiales que hay en la zona.
El principal financiador es el Gobierno de La Rioja. Influye que aquí estemos varios misioneros riojanos, incluyendo a nuestro obispo, Fortunato Pablo, y, sin duda, también la presencia de los Agustinos Recoletos en el monasterio de San Millán de la Cogolla. En la actualidad, y a pesar de la pandemia, estamos construyendo cuatro sistemas de agua potable con financiación del Gobierno de La Rioja.
Para iniciar un proyecto, partimos de las necesidades de las comunidades, mediante la presentación de una solicitud y un padrón de usuarios. Luego, les pedimos su compromiso de aportar con su trabajo y los materiales de la zona. Nunca se les da todo hecho; así aprenderán a valorar lo que tienen porque les ha costado sudor conseguirlo.
Basta de regalar, a no ser en el caso de extrema necesidad, pues es el camino perfecto para sembrar miseria. Es la época de pensar y conseguir por sí mismos. ¿Cómo? Trabajando o dándoles los instrumentos para trabajar. La formación tiene que ser de habilidades y estrategias para adquirir el conocimiento, más que de conocimientos elaborados y cerrados.
Al inicio de cada obra y el día de la inauguración, bendecimos siempre el lugar como parte de un pequeño acto litúrgico, algunas veces con Eucaristía, para dar gracias a Dios por ayudarnos a llevar adelante esta actividad, en la que nunca falta también el agradecimiento a los colaboradores de España y a Arcores.
Nuestros trabajos no tienen solo un fin social de mejora de las condiciones económicas, sino que, además, en la forma comunitaria en que los realizamos, les enseñamos a vivir en fraternidad y a reconocer que toda obra buena viene de Dios, y así llevarles a un encuentro personal con Jesucristo.