“Ellas son ahora dos ángeles que han venido al mundo enseñando una gran lección a costa de su vida…”, dice en el texto Beatriz Zimmermann
“Con todo el dolor de mi alma, les quiero escribir una carta de agradecimiento. A todos ustedes que han estado en corazones y rezos con ellas y conmigo acompañando todos los días desde que desaparecieron, ofreciendo todo el amor y ayuda para que tuviera un final feliz”. Así comienza la carta de Beatriz Zimmermann, la madre de Anna y Olivia, las niñas asesinadas a manos de su padre, Tomás Gimeno, en Tenerife tras más de 40 días desaparecidas.
“Desgraciadamente no fue así”, continúa Beatriz, señalando que atraviesa el “dolor” por “el acto más monstruoso que una persona puede cometer: matar a sus propios e inocentes hijos”. Sin embargo, la madre de las niñas desea que sus muertes “no haya sido en vano”. “Y que aunque ahora sintamos el mayor odio, desesperanza y dolor, no sea para traer más sufrimiento al mundo sino lo contrario. Que trascienda en amor para los niños en forma de protección, educación y respeto”, ha aseverado.
“Gracias a ellas, muchos padres miran ahora a sus hijos de otra manera y valoran mucho más el amor y los momentos diarios de las cosas simples”, dice en el texto. “Ese maravilloso día a día que tanto echo de menos. Lo que yo daría por peinarles el pelo… Ese simple acto ahora mismo es lo que más desearía…”
Por otra parte, Beatriz señala que “gracias a ellas se conoce el significado de la violencia vicaria” y que espera que “las leyes se pongan más duras protegiendo a los niños”, porque “ellos no tienen por qué cargar con esa mochila, y si el amor se acaba lo más importante es el bienestar de los hijos”.
“Si hay maltrato en los progenitores, hay que ser muy tajantes porque los niños no pueden estar creciendo viendo violencia”, asevera. “Los niños son el futuro y es muy importante que crezcan observando un ambiente de respeto, paz, amor y tranquilidad…”.
“Ellas son ahora dos ángeles que han venido al mundo enseñando una gran lección a costa de su vida…”, afirma su madre, asegurando que va a “luchar en contra de estas injusticias y el bienestar de los niños. Por ellas y por todos los niños”.
“Anna y Olivia estaban llenas de amor, todos los días yo les decía a cada momento que las amaba muchísimo… A Olivia le decía; Olí tengo un problema, ella me respondía; si mami, ya lo sé… Que me quieres demasiado. Y ella sonreía”, relata, recordando a su hija mayor, de 6 años.
“Los niños son nuestra responsabilidad y yo como madre me duele en el alma no poderles haber salvado la vida. Ojalá yo hubiera estado en ese momento junto a ellas de la mano y morir juntas…”, dice, “pero eso no pudo ser porque Tomás quería que sufriera buscándolas sin descanso y de por vida. Esa fue la razón por la que dejarme a mí con vida… Y por supuesto, el no quedar como el mayor asesino de la historia. Aquí la justicia salió a la luz”.
Asimismo, Zimmermann reconoce que “gracias a toda la energía enviada en este caso tan desgarrador, gracias a todo el amor que pusieron, sucedió el milagro de encontrar a Olivia. Y que la verdad se conociera”. “Cuando me dijeron la noticia se me vino el mundo encima, y por muy duro que sea por lo menos ahora puedo llorar su pérdida y sentirlas a mi lado a cada momento; sentirlas cuando me despierto, cuando desayuno, todo el día, hasta que me acuesto…”, asegura.
Además, propone que el 27 de abril –día en el que desaparecieron sus hijas– se reconozca como el día nacional del niño, “para recordar que ellos son, junto a las personas mayores, nuestro principal cometido de dar amor, apoyo y educación. No olvidar que dependen de nosotros y que confían plenamente en nuestro amor hacia ellos. Tenemos una responsabilidad…”
“Deseo que la muerte de las niñas sirva para crear mayor consciencia sobre el amor que entregamos a nuestros hijos, en valorarlo y cuando estamos con ellos no tener la cabeza en otros asuntos sino en ellos. Nos necesitan y nos adoran”, concluye.
“Olivia y Anna, ahora los angelitos de los niños, piden que les den todo el amor a sus hijos, dedicación, respeto, y que se les inculquen valores para un mundo mejor”. Y es que, tal como señala su madre, “ellas habrán muerto en cuerpo, pero su alma está con todos nosotros para siempre, ayudando a tener más conciencia, amor y respeto por nosotros. La gran mayoría de las personas son seres increíbles, lo han demostrado en este acto tan cruel con la compasión y el dolor”.