La Pontificia Academia para la Vida ha publicado hoy el documento ‘La amistad con las personas con discapacidad: el comienzo de un mundo nuevo’
“La pandemia de Covid-19 ha brindado a la humanidad la oportunidad de reflexionar sobre cómo consideramos y tratamos a los más vulnerables de la sociedad. Desde este punto de vista, la discapacidad pone de manifiesto nuestra interdependencia y responsabilidad mutua. Todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios”. De esta manera se ha expresado la Pontificia Academia para la Vida en un documento, hecho público hoy, titulado ‘La amistad con las personas con discapacidad: el comienzo de un mundo nuevo’.
En el texto, el Vaticano subraya que “un mundo sin fronteras, sin prejuicios contra las personas con discapacidades, en el que nadie tenga que enfrentarse solo a los retos de la supervivencia personal, es un mundo que debemos esforzarnos por construir”, ya que “este es el Reino de Dios” al cual “los cristianos están llamados a contribuir”. De esta manera, la Academia ha puesto de manifiesto siete consideraciones prácticas a tener en cuenta en este sentido:
“Animamos a todos a abogar porque se consulte a las personas con discapacidad y a sus familias a la hora de elaborar las políticas de salud pública“, ha reclamado el Vaticano.
En el mismo sentido, la Academia ha instado “a las autoridades y a los investigadores a que supervisen los efectos de dichas políticas y su aplicación en la salud y el bienestar de las personas con discapacidad y sus familias”.
La Santa Sede ha hecho un llamamiento, además, “a las organizaciones sanitarias católicas, que colectivamente constituyen uno de los proveedores de servicios sanitarios y de apoyo social más extendidos y significativos del mundo, para que muestren su liderazgo a la hora de responder a las necesidades de las personas con discapacidad y sus familias durante y después de esta pandemia”.
Asimismo, el Vaticano ha recomendado que, a medida que el mundo distribuya las vacunas Covid-19, se de “prioridad no sólo a aquellos que, dentro de los países y las comunidades, corren un alto riesgo de infección y enfermedades graves, sino también a aquellos, como las personas con discapacidad, a quienes las medidas genéricas de salud pública imponen cargas desproporcionadas (por ejemplo, la pérdida de servicios de ayuda esenciales)”.
“Apoyamos la asignación de recursos sanitarios durante esta pandemia de acuerdo con políticas y prácticas que no discriminen a las personas con discapacidad por el mero hecho de serlo”, apunta la Academia.
“Instamos a la cooperación mundial, a las asociaciones “público-privadas” y a las iniciativas de base para mejorar la aprobación de las vacunas y superar las barreras económicas, políticas y de otro tipo para distribuir las vacunas de forma equitativa dentro y entre los países del mundo”, subraya la Santa Sede.
“Más allá de esta pandemia, cuando los centros sanitarios empiecen a ocuparse de la acumulación de pacientes cuyas necesidades sanitarias han quedado desatendidas durante esta pandemia, instamos a que se desarrollen medidas para mejorar el acceso a la atención sanitaria de las personas con discapacidad para que no se queden atrás en la cola de espera de dichos servicios”, concluye el Vaticano.