España

Manos Unidas se multiplica ante la pandemia: 14,3 millones de personas apoyadas en 2020

  • El sector salud aglutinó el 39% de los proyectos, mientras que el año anterior solo el 13%
  • “Enviar vacunas a los países pobres no es solidaridad, es una obligación”, advirtió Clara Pardo





Manos Unidas aprobó el pasado año 506 nuevos proyectos por un valor de más de 29 millones de euros que, junto a los iniciados en años anteriores, superaron los 800 proyectos en marcha en 53 países de África, Asia y América.



Estas iniciativas, emprendidas por más de 600 organizaciones locales, apoyaron directamente a 2.324.176 personas en la mejora de sus condiciones de vida e, indirectamente, beneficiaron a un total estimado de más de 12 millones. Una suma que supera los 14,3 millones de personas, según se expone en la Memoria 2020 de la ONG de desarrollo de la Iglesia en España, presentada hoy en Madrid.

Mientras, en 2019, fueron apoyadas directamente 1.556.957 personas y más de 6 millones de forma indirecta. Es decir, algo más de 7,5 millones de personas. Y es que Manos Unidas prácticamente duplico su acción en un año marcado por la pandemia y su impacto en los más pobres.

La ONG siguió trabajando durante 2020 en distintos ámbitos, entre los que destacan el sector salud, que aglutinó la mayor parte de los proyectos (el 39%, mientras que el año anterior fue el 13%), y el sector de alimentación, que fue el que concentró más fondos (casi 9 millones de euros). A estos sectores les siguieron los de educación, derechos de las mujeres y equidad, derechos humanos y sociedad civil, agua y saneamiento, y medioambiente y cambio climático.

Un tercio de estos proyectos fueron iniciativas de acción humanitaria. Estas intervenciones resultaron especialmente relevantes como consecuencia de la pandemia, y alcanzaron una cifra que supuso más del doble de los proyectos humanitarios aprobados en 2019. En total, se apoyaron 172 intervenciones, de las que 136 fueron proyectos relacionados con el coronavirus en 36 países, principalmente africanos. Con una inversión por valor de casi 5 millones de euros, la labor humanitaria de Manos Unidas supuso un apoyo directo a 1.407.015 personas.

Todo este trabajo por los últimos fue posible gracias a que en 2020 Manos Unidas recaudó más de 42 millones de euros de fondos que provinieron en un 83,5% de fuentes privadas, principalmente de aportaciones de los 71.159 socios y colaboradores de la ONG y de colectas realizadas en parroquias y entidades religiosas. Pese al confinamiento y el cierre de las parroquias, el montante recaudado apenas se redujo un 2,6% en comparación con el año anterior. Una cifra positiva, teniendo en cuenta que en abril de 2020 los ingresos cayeron en un 40%.

Clara Pardo, presidenta de la institución, agradeció “la implicación y el compromiso” de los 6.344 voluntarios y 144 personas contratadas que “se empeñaron en sacar adelante nuestro trabajo, conscientes de que la dura realidad de la pandemia también significaba, para millones de personas más allá de nuestras fronteras, una grave amenaza que se sumaba al hambre y la pobreza”.

La presidenta pidió no olvidarse de las pandemias olvidadas: el hambre, la pobreza y la desigualdad. Asimismo, recordó que “nos prometimos salir todos juntos de la crisis: que estas palabras no sean en vano, todavía estamos a tiempo”.

Echar las redes: desde India a Camerún

Manos Unidas trabaja en red con distintas organizaciones sobre el terreno. Testimonio de ello dieron en la presentación Franklin Menezes, sacerdote y director de los servicios sociales de Calcuta (India); Pilar Cobreros, directora del Hospital Dschang (Camerún); y Pedro Camajá, director de Fundebase (Guatemala).

Menezes (en la foto) alertó de la grave situación que atraviesa el país en relación a la emergencia del coronavirus, así como del incremento de la trata y el trabajo infantil.

Cobreros agradeció a la ONG su impulso durante la emergencia sanitaria en el país y pidió no olvidar la situación actual del acceso a las vacunas. “No hay buena información sobre la vacunación y la gente piensa que la pandemia no existe, que lo han traído los blancos. Piensan que le inoculamos el virus”, admitió con preocupación.

En este sentido, Pardo añadió que “enviar vacunas a los países pobres no es solidaridad, es una obligación, no puede ser una limosna. Los países no pueden sacar pecho por aprobar el envío de 1 millón de vacunas sobrantes”.

Camajá, como indígena maya k’iché, destacó el grave impacto de la pandemia en un país con una gran desigualdad estructural, con la ausencia casi total del Estado a la hora de enfrentar la crisis y el aumento de la violencia y la vulneración de derechos.

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