“La unidad en la Iglesia no significa conformidad de opinión o que los obispos nunca estarán en desacuerdo. Los apóstoles también discutieron apasionadamente. No estaban de acuerdo sobre estrategias y métodos pastorales. Pero nunca sobre la verdad del Evangelio”. Así lo afirmó ayer el presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense (USCCB, por sus siglas en inglés), José Gómez, en su discurso inaugural en la Asamblea de Primavera.
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Para el arzobispo de Los Ángeles, “no es realista esperar que la Iglesia permanezca inmune a las presiones de la división”, porque “esas presiones nos rodean. La Iglesia es divina; ella es el Cuerpo de Cristo. Pero todos somos humanos en la Iglesia. Y vivimos en una sociedad secular donde la política se está convirtiendo en la religión sustituta para mucha gente”. Por lo tanto, “debemos protegernos de la tentación de pensar en la Iglesia en términos simplemente políticos”, añadió.
Gómez llamó continuamente a la “unidad de la Iglesia”, que “se hace real y visible en la Eucaristía”. Así, el primer presidente latino de la USCCB recordó que “solo una Iglesia unida puede sanar el quebrantamiento y desafiar las injusticias que vemos con mayor claridad ahora”.
Como enfatizó durante su discurso, “me di cuenta, incluso antes de la pandemia, de la frecuencia con la que el papa Francisco habla de la importancia de la unidad, no solo entre los pueblos, sino también dentro de la Iglesia”, dijo citando la encíclica ‘Fratelli Tutti’.
“Lo esencial: nuestro amor por Jesús”
“Mi oración es que todos permanezcamos unidos en lo que es esencial: nuestro amor por Jesús y nuestro deseo de proclamarlo como el Dios vivo y el verdadero camino para la humanidad”, advirtió.
Según el presidente de la USCCB, “el poder de nuestra visión católica fluye de nuestra profunda conciencia de la unidad de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, y la unidad de la familia humana”, porque “cada persona es un hijo de Dios”.
En el mismo sentido, indicó que “hay fuerzas en acción en nuestra cultura que amenazan no solo la unidad de la familia humana, sino también la verdad misma sobre la creación de Dios y la naturaleza humana”. “Hermanos, nos encontramos en una encrucijada histórica. Corresponde a la Iglesia en este momento defender la verdad sobre Dios Creador y la verdad sobre la santidad de la persona humana y la unidad de la familia humana en el plan de Dios para la creación”, concluyó.