Para el nuncio en España, Bernardito Auza, las Jornadas Mundiales de la Juventud tienen sentido como herramienta pastoral en tanto que los jóvenes “regresan a su casa como misioneros del Evangelio. Así lo expresó esta tarde en los salones de la parroquia San Juan de la Cruz, donde participó en un acto conmemorativo cuando se cumplen diez años de la celebración en Madrid.
El embajador vaticano explicó cómo estos encuentros llaman a “compartir la fe y suscitarla, en conocerse entre jóvenes que nunca se vieron y quizá no volverán a encontrarse en este mundo pero se reconocen como hermanos”. Así puso en valor cómo todos los participantes llegan “con las mismas inquietudes, desafíos y retos” para descubrir cómo “la gracia de Cristo derrumba los muros y franquea las fronteras para hacer de los hombres una sola familia”. Desde ahí, el nuncio animó a los asistentes a participar en la próxima JMJ en Lisboa en 2023.
El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, agradeció a todos los que estuvieron vinculados a la organización de aquella cita: “Sin memoria, no podemos seguir caminando”. Eso sí, aclaró que “no partimos de cero. No podemos vivir añorando, tenemos que salir al encuentro de las realidad actual de la gente, tenemos que salir para anunciar a Jesucristo”. “El Papa Francisco nos anima a esa salida misionera para buscar a aquellos que no están con nosotros porque se marcharon o porque no han sentido nunca la fe ”, añadió.
En el evento también participó el cardenal emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que puso en valor a Juan Pablo II, al que presentó como creador de estos encuentros, y echó la vista atrás para valorar cómo han evolucionado estos foros en el tiempo. Así, el cardenal, que ha sido el único anfitrión de dos JMJ en Madrid y Santiago, recordó cómo la cita de Compostela en 1989 supuso “un antes y un después”.
En este sentido, planteó que cómo en aquel entonces todavía no contaban con mucho arraigo y, prueba de ello es que “solo el 30 por ciento de las diócesis españolas participaron en aquella JMJ”. En este repaso también se detuvo en otros encuentros como el de Colonia para dejar caer que “los alemanes, que tienen fama de ser buenos organizadores, no lo demostraron en aquella ocasión”.
“Madrid tuvimos tiempo para prepararla a fondo y todo el mundo se movilizó: seglares, movimientos, vida consagrada…”, expuso el purpurado que subrayó el paso de la Cruz de los Jóvenes por todo el país. “La juventud de Madrid estaba tocada por la crisis económica con una perspectiva de futuro plagadas de incertidumbre y era muy poco discutidora”, aseveró en su análisis de la realidad de hace una década. “A esos jóvenes había que removerlos”, añadió sobre los dos millones de peregrinos que llegaron a Madrid desde los cinco continentes.
Sobre aquellos días, recuerda cómo “el papa Benedicto XVI nunca se movió mucho, pero habló mucho y muy bien en las JMJ”. Además, valoró la colaboración “muy buena” que se llevó a cabo con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, con la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre y el Ayuntamiento de Alberto Ruiz Gallardón.
“El artífice de la JMJ de Madrid fue Antonio María Rouco Varela”, elogió Goyo Roldán, delegado de Juventud de Madrid durante la JMJ, que planteó cómo en la cita de Toronto de 2002 “comenzó el sueño, que quisimos celebrar en Alemania, pero no pudo ser porque el Papa señaló que el país germano necesitaba un revulsivo pastoral”. En el transcurso del acto, un grupo musical coordinado por Toño Casado repasó los principales himnos de las JMJ.