Los Camilos y San Juan de Dios, apoyados por la CONFER, rechazan la norma que entra en vigor esta semana con un manifiesto en el que muestran su compromiso en el alivio del sufrimiento y el cuidado de la vida
“Acelerar la muerte, ya sea por acción o por omisión de tratamientos y cuidados a cualquier persona al final de su vida o en situación de grave discapacidad, es un daño irreparable que no estamos dispuestos a infringir a nadie”. Así reza el manifiesto con el que la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), los Camilos, San Juan de Dios, Hospitales Católicos de Madrid y LARES plantan cara a la Ley de Eutanasia que entra esta semana en vigor.
Los religiosos sanitarios españoles se rearman para defender la vida, que es “un bien y un valor fundamental sobre el que se sustenta la persona, por lo que su respeto es imprescindible para hacer posible una convivencia social en paz”, pues “nadie está legitimado moralmente a suprimir o provocar la muerte de un semejante”. Las cinco entidades han presentado esta mañana en Madrid su respuesta a la norma en una jornada tras la que han invitado a adherirse a otras congregaciones, asociaciones católicas dedicadas a la salud y profesionales.
Desde el respeto a la dignidad humana, exigen “no dañar la vida ni la integridad personal, sino promoverla y cuidarla, actuando para aliviar el sufrimiento”. Dentro de un acompañamiento integral, “la sedación paliativa correctamente indicada, cuando no son efectivas otras medidas, y administrada previo consentimiento del paciente, respeta y humaniza el proceso del final de la vida mitigando el sufrimiento intenso e incoercible”, añaden.
En el manifiesto constatan que “la sociedad, a través de la solidaridad, puede hacer posible que personas con vidas frágiles o muy limitadas se encuentren integradas y acogidas en el entorno social y familiar cercano, logrando una experiencia de confort vital adecuado para vivirla con esperanza. Para esto son necesarias actitudes de compromiso interpersonal solidario con los enfermos y personas discapacitadas, y recursos suficientes sanitarios y sociales que hagan posible el afrontamiento efectivo de estas situaciones”.
El delegado de los Religiosos Camilos, José Carlos Bermejo, expresó, durante su intervención, su temor a que la nueva legislación “desmotive a personas que necesitan cuidados para vivir dignamente y con sentido; que intereses espurios generen demanda de ayuda o ejecución de eutanasia; que disminuya el compromiso social por salir al paso de la soledad no deseada y de los cuidados dignos en la dependencia, así como prácticas indiscriminadas de sedación no correcta. En definitiva, tememos una cultura del descarte en torno al sufrimiento y el morir”.
Por todo ello, el propio Centro San Camilo ha incluido ya en su Código Ético el rechazo a cualquier planteamiento eutanásico. Misma directriz ha seguido San Juan de Dios, referentes en la atención paliativa y a enfermos crónicos en España.
El director del departamento de Ética de San Juan de Dios, José María Galán, en su ponencia ‘Cuidar al final. Posicionamiento ético’ con la que se abrió la jornada, se mostró confiado de que “nuestra capacidad de acogida, acompañamiento y cuidado de las personas en las fases finales de la vida aliviarán su sufrimiento. Y nos hacemos solidarios con ellas a través de nuestra hospitalidad para ayudarles a afrontar el último periodo de su vida que puede ser experimentado como el más difícil vivir”.