El presidente de la CEM llamó a los sacerdotes a superar ese clericalismo que hace que sigamos “viendo a las consagradas hacia abajo, no en el horizonte de la mirada”
El arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, participó esta semana en el Congreso Nacional de Sinodalidad Catequística, que se lleva a cabo del 21 al 24 de junio en Querétaro. La ponencia del también presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) versó sobre los “Imperativos categóricos del Reino a la catequesis ante la vulnerabilidad postpandemia, y el aporte de las congregaciones religiosas con carisma catequético”.
En este contexto, Cabrera López consideró urgente que los sacerdotes superen “un vicio que hoy ha aflorado en la Iglesia, que es el clericalismo, pues seguimos viendo a las consagradas hacia abajo, no en el horizonte de la mirada“.
“Hay mucha soberbia clerical que nos impide valorar sobre todo a la consagrada, en su calidad de mujer consagrada, la riqueza que tiene para la vida de la Iglesia y también para nosotros la presencia de las consagradas”.
“No podemos solos, ni debemos estar solos; animo a los sacerdotes a que ya es tiempo de mirarlas en su justa dimensión y no ponernos ni celosos ni en competencia y mucho menos en desprecio”, apuntó.
En el encuentro, organizado por la Dimensión Nacional para la Nueva Evangelización y Catequesis (DINNEC), el arzobispo de Monterrey recordó a las y los catequistas en general que su fuerza radica en la unidad: “por eso la sinodalidad es tejer las redes; de lo contrario, no hay sinodalidad” (…) es un imperativo para el catequista tejer redes, “entender que ni tú estás solo ni yo estoy solo” y en este sentido, “el obispo es un hilo de la red”.
Recordó que el ministerio de la catequesis no es exclusivo de nadie, sino que corresponde a todo el pueblo de Dios: al obispo, al presbítero, al diácono, al consagrado, a la consagrada, al fiel laico, al hermano o hermana, y también de los distintos círculos de comunidad.
Al referirse a los imperativos del Reino para la catequesis, explicó que el primero de ellos es aprender a preparar el terreno “porque la fe no la damos nosotros, es un don de Dios”.
Otro -dijo- se refiere a discernir y actuar inteligentemente; otros más son aceptar la pequeñez, mezclarse, arriesgar y por último, aventurar, “pues no hay caminos hechos; (hay que) buscar la perla preciosa; la catequesis en sí misma es creativa, cada día se renueva porque camina al ritmo de nosotros y al ritmo de los demás”.
El presidente de la CEM confió en que las y los catequistas saldrán siendo mejores personas una vez superada la pandemia, “con un aprendizaje del corazón de la gente porque, para mí, la grande belleza que surgió fue la solidaridad”.
El congreso fue inaugurado el lunes 21 de junio. La bienvenida estuvo a cargo del responsable de la DINNEC, el obispo de Querétaro, Fidencio López Plaza, quien además presidió la eucaristía en ese día.
El día 22, la misa de inicio estuvo a cargo del arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz Jiménez. Y en el último día de actividades se espera la participación del nuncio apostólico, Franco Coppola.