El Papa a los cristianos de Oriente Medio: “Sean la sal de la tierra”

Francisco ha enviado una carta a los líderes católicos de la región, reunidos este domingo en la Basílica de la Anunciación de Nazaret

El Papa Francisco, en los Palacios Apostólicos

“De verdad sean la sal de sus tierras, den sabor a la vida social, deseando contribuir a la construcción del bien común, según esos principios de la doctrina social de la Iglesia tan necesitada de ser conocida”. Estas han sido las palabras que ha dedicado el papa Francisco a los cristianos de Oriente Medio. Y lo ha hecho a través de una carta dirigida a sus obispos, reunidos este domingo en la Basílica de la Anunciación de Nazaret en una celebración en la que se ha encomendado el territorio a la Sagrada Familia y se ha rezado por la paz en Tierra Santa.



“La consagración a la Sagrada Familia también convoca a cada uno de ustedes a redescubrir, como individuos y como comunidad, su vocación de cristianos en el Medio Oriente, no solo exigiendo el debido reconocimiento de sus derechos como ciudadanos nativos de esas queridas tierras, sino también viviendo tu misión como custodios y testigos de los primeros orígenes apostólicos”, apunta Francisco.

En la misiva, el Papa ha expresado su alegría ante esta iniciativa, y ha recordado sus muchas visitas a la región. También ha subrayado su cercanía a Síria y Líbano, y ha recordado que el próximo 1 de julio los líderes cristianos libaneses se encontrarán para tratar la situación del país.

Confiar en el poder sanador de Dios

Asimismo, en la carta apunta que durante su viaje a Irak del pasado marzo comparó la sociedad con una alfombra compuesta de diversos hilos “que sólo estando juntos uno al lado del otro se convierten en una obra maestra”. “Si la violencia, la envidia, la división, pueden rasgar incluso uno de esos hilos, el conjunto está herido y desfigurado”, ha añadido. “En este momento, los proyectos y acuerdos humanos pueden hacer poco si no confiamos en el poder sanador de Dios”.

Por último, Francisco ha animado a no buscar “apagar la sed ante las fuentes envenenadas del odio, sino que el campo de tu corazón sea regado por el rocío del Espíritu, como hicieron los grandes santos de tus respectivas tradiciones: copto, maronita, melquita, siríaco, armenio, caldeo, latino”.

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