Francisco Conesa ha publicado una reflexión en la que subraya que “siempre merece la pena vivir”
Ante la entrada en vigor la ley de eutanasia en España, el obispo de Menorca, Francisco Conesa, ha publicado una reflexión titulada ‘Apostar siempre por la vida’, sobre todo en momentos de “sufrimiento, el dolor o la muerte”. Y es que, tal como afirma el prelado, la condición humana ser rige por “el deseo de vivir y de ser felices” y, por eso, “nunca nos cansamos de soñar y proyectar”.
“Aunque nos encontremos en situaciones extremas de pobreza o de enfermedad, siempre apostamos por la vida, porque siempre vale la pena vivir”, dice el obispo en su carta, donde subraya que, “por eso, la muerte es una derrota; el suicidio contradice la esencia misma de nuestro ser; acabar con la vida de otra persona o ayudarle a suicidarse es siempre un fracaso”.
De esta manera, Conesa condena la nueva ley de eutanasia de nuestro país, que si bien fue “aprobada entre aplausos en el parlamento”, se elaboró “a toda prisa en medio de un estado de excepción, sin consenso social y sin haber escuchado no sólo la voz de las religiones sino tampoco a los colegios médicos ni al comité de bioética de España”. “Nuestro país ha apostado por la muerte como respuesta al dolor, pero la muerte no es nunca la solución”, lamenta el obispo, ya que “la respuesta a un problema no puede ser acabar con la persona que lo padece”.
Asimismo ha recordado que “hoy en día es posible aliviar el dolor sin suprimir al enfermo”, apostando por unos cuidados paliativos “adecuados” que no se basen en “limitarse a inyectar sedantes, sino que han de tener en cuenta los aspectos psicológicos y espirituales”. Además, matiza que “es también muy importante, garantizar el cuidado de la familia del enfermo”.
Por otro lado, Conesa puntualiza que “la ley que nuestro parlamento aprobó ofrece serias dudas de carácter legal, según el juicio de muchos expertos”. De esta manera, llama a que “quienes apostamos por la vida”, trabajen en tres direcciones: la primera, “conseguir que se desarrolle una ley que garantice unos cuidados paliativos que ayuden a vivir la enfermedad sin dolor y que posibilite el acompañamiento integral del enfermo”; la segunda, “facilitar el testamento vital y vigilar para que se respete”; y en tercer lugar “seguir difundiendo una mentalidad a favor de la vida humana hasta conseguir que sea abolida esta ley que ha modificado radicalmente los fines del Estado”.