El pasado 17 de junio, la Arquidiócesis de Monterrey dio a conocer que el papa Francisco honró a esa Iglesia diocesana con el nombramiento de seis sacerdotes como capellanes de Su Santidad”. Los sacerdotes son: Santiago Cavazos Almaguer, Juan Carlos Castillo Ramírez, Gerardo Charles García, Carlos Junco Garza, Ramón Sada Gámiz y Luis Eduardo Villarreal Ríos.
- ?️ El Podcast de Vida Nueva: ¿Indultos para reconciliar?
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Vida Nueva conversó sobre esta responsabilidad con el sacerdote Carlos Junco, quien cuenta en su trayectoria con 24 años de enseñanza en la Universidad Pontificia de México, así como la coordinación de la traducción de la Biblia de la Iglesia en América, obra encargada por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
A sus 76 años, el padre Junco asegura que él preferiría que en la Iglesia no hubiera este tipo de nombramientos o títulos, pues “pueden prestarse a buscar poder, honores y prestigios, algo que es contrario al espíritu del Evangelio”.
Más bien –explica– me gustaría que, en todo caso, con sencillez se reconociese en vida a todos los presbíteros por su labor realizada; quizá con ocasión de la edad en que uno se debe jubilar o en algún aniversario significativo de su ordenación presbiteral”.
“Cada uno de los hermanos ha puesto su esfuerzo en dar lo mejor de sí, al trabajar por el Reino, al tener sus actitudes e iniciativas buenas, al vivir sus propios carismas y cualidades al servicio del Pueblo de Dios y, a la vez, cada quien conoce sus propias limitaciones y deficiencias”.
Por lo anterior –dijo– de manera particular recibió dicho nombramiento con “sencillez de vida y de actitud, dándome cuenta que es una gracia de Dios manifestada a través de la Iglesia, por medio de nuestro arzobispo Rogelio Cabrera López”.
Servir más a Dios en sus hermanos
Al referirse a la importancia y compromiso pastoral que adquiere con este nombramiento, el sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey consideró que si bien es un reconocimiento de la Iglesia expresado por este medio, representa un compromiso.
“No es una encomienda específica, sino más bien una oportunidad para comprometerse más cada uno de nosotros en su propia misión pastoral, tratando de servir más a Dios en sus hermanos”.
Carlos Junco se refirió al proceso que se sigue para que un sacerdote sea nombrado capellán de Su Santidad. Explicó que el obispo presenta a los candidatos, y a través de la nunciatura de cada país, pide la aprobación de la Sede Apostólica de Roma.
“No pienso que esto llegue para su decisión a manos del Papa, sino que él delega a personas que aprueban o no al candidato. En todo caso, constituye un signo de comunión entre nuestra Iglesia particular y la del Obispo de Roma, que preside a todas las Iglesias en la fe y en la caridad”, añadió.
El padre Junco expuso que los principales méritos que el arzobispo Rogelio Cabrera le comunicó sobre su nombramiento fueron: el servicio académico pastoral realizado, presencialmente o por escrito, sobre todo en el Seminario, en la Escuela Bíblica y en algunas comunidades parroquiales de Monterrey; la enseñanza en la Universidad Pontificia de México, y la coordinación “que me encomendaron de la traducción de la Biblia de la Iglesia en América”.