“La Providencia ha querido que pueda compartiros en estos vídeos algo de la belleza y bondad que la vida de estas personas nos comunica”. Con estas palabras da inicio a su último vídeo el marianista y youtuber Dani Pajuelo, SMDani, en el Fanny, bisexual y cristiana, cuenta su historia. Ella es, además, una de las católicas cuyo testimonio se refleja en el libro ‘Caminos de reconciliación. Diez historias de amor LGTBI’ (PPC).
Fanny está casada con Manuel y es madre de Martín, de cuatro años, y de Valeria, de la que está embarazada. Forma, además, parte de la comunidad de Crismhom (Cristianos Homosexuales de Madrid). Descubrió su bisexualidad en la adolescencia, cuando se dio cuenta de que tenía ese “don”. “En mí surge la capacidad, el don, de sentir que podía enamorarme de una persona con independencia de su sexo”, dice.
Lo supo al enamorarse de una compañera de clase. “Era el mismo sentimiento que ya había tenido hacia algún otro chico previamente”, explica. “De primeras creo que nunca sentí rechazo hacia mí misma. Siempre lo vivo como algo natural, pero luego viene el dolor del rechazo que viene desde fuera”, añade.
“Hubo una época en la que pensaba que me habría encantado ser o heterosexual o lesbiana, porque así es como que tienes esa relación y ya está”, explica. Sin embargo, “explicarle a la gente que tienes la capacidad de enamorarte de alguien con independencia de su sexo muchas veces es difícil porque no se entiende”.
Pero, para Fanny, la realidad es que “en la diversidad está la riqueza y los dones de Dios”. Y está convencida de que “se puede ser cristiano y bisexual, homosexual, transexual…”, porque Dios “nos ha creado diversos y diversas”. “Yo no he sentido en ningún momento que Dios no me quisiera”, apunta, como tampoco ha “tenido que luchar para que la Iglesia me acepte, al menos de lo que yo entiendo que es la Iglesia”, aunque reconoce que hay determinados grupos y personas de las cuales sí podría sentir ese rechazo.
Además, reconoce que Crismhom “es un regalo de Dios” en su vida. Y es que durante muchos años sentía que necesitaba encontrar una comunidad donde vivir su realidad libremente, con personas que tuvieran experiencias similares a la suya. “Fíjate qué regalo que allí conocí a mi marido”, dice. Llegó a Crismhom acompañando a su mejor amigo, que es gay, “y siempre cuenta que encontró un grupo cristiano normal, gente que se reunía, compartía y celebraba, y como se sintió bien, se quedó”. “En ese momento era el único heterosexual del grupo. A los pocos meses comenzamos a salir, y llevamos seis años casados”, relata. “Estoy convencida de que Dios me lo ha puesto en el camino. Él estaba en el activismo antes que yo”.