El presidente de la Pontificia Academia para la Vida ha presentado las conclusiones de la mesa redonda internacional sobre vacunas que tuvo lugar ayer
Las vacunas contra el Covid-19 son un bien que debe “estar disponible para todos y en todas partes, sin restricciones debido a aspectos económicos”, pero, dado que se trata de “una invención producida por el ingenio humano”, para que estén disponibles “se necesita el compromiso de todas las partes involucradas en la operación”. Esta es la conclusión presentada hoy por el cardenal Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, tras la mesa redonda internacional sobre vacunas que tuvo lugar ayer, 1 de julio, y que fue organizada junto a la Asociación Médica Mundial (WMA) y a la Asociación Médica Alemana (GMA).
“Se trata de sueros delicados y complicados desde el punto de vista de las tecnologías que requieren para su preparación, así como por el significado simbólico que se le atribuye“, ha explicado Paglia. “Especialmente algunas de estas vacunas anti-Covid19 son productos muy sofisticados, para cuya preparación se han utilizado conocimientos avanzados, procedentes de diferentes campos de la investigación farmacológica, como el oncológico”, añadió, “y esto hace que sea más difícil superar los problemas de transferencia de tecnología y gestión de patentes”.
Asimismo, Paglia ha recordado que el observador de la Santa Sede en las Naciones Unidas, Ivan Jurkovič, también se expresó claramente ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Consejo de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC) sobre la necesidad de encontrar un equilibrio entre los derechos privados de los inventores e inversores y las necesidades públicas de la sociedad. “Por lo tanto, afirmar la disponibilidad universal de vacunas significa entrar en este complejo conjunto de problemas”, ha matizado el purpurado.
En este sentido, ha destacado dos cuestiones que surgen en el mundo globalizado que, en su opinión, no han sido suficientemente consideradas. La primera de ellas, que “las vacunas llevan y representan una historia marcada por la injusticia y el acoso” y, por ello, “es un gesto delicado pedir la confianza de quienes dudan, sobre todo en países que han sufrido abusos por parte de países en una posición de fortaleza, de los que realmente proceden las vacunas”. Por ello, “un gesto puntual no es suficiente para fomentar la confianza, pero se necesita una política sistémica, que incluya una visión integral del desarrollo y relaciones internacionales más equitativas”.
En segundo lugar, Paglia ha apuntado que “las prioridades de Occidente no coinciden necesariamente con las de otros países del Sur Global (en particular África)”, ya que “lo que nos parece una prioridad desde nuestro punto de vista, no lo es necesariamente para otros”. “Debemos evitar que la emergencia pandémica debida al Covid-19 atraiga toda la atención solo hasta un punto que parece, aunque con razones válidas, ser el más urgente”, ha aseverado.
“No tenemos que olvidar, por ejemplo que la malaria y la tuberculosis cobran muchas más víctimas en África de las que causa el Covid-19”, ha afirmado el purpurado, subrayando la importancia de que “las intervenciones ahora emprendidas para responder a la emergencia del Covid-19 sigan teniendo en cuenta las necesidades futuras”.
“La empresa que tenemos ante nosotros es, por tanto, muy compleja y laboriosa”, ha afirmado. “Por eso es importante que unamos fuerzas con todos los que compartimos estos objetivos, aunque sea posible que en otros frentes existan diferentes visiones”. De esta manera, “la colaboración entre la Asociación Médica Mundial y la Pontificia Academia para la Vida se inscribe en este marco de sinergia sobre objetivos específicos y muy importantes para el momento histórico en el que nos encontramos”.