Zully Rojas Quispe, misionera Dominica del Rosario y madre sinodal de la Panamazonía, recibe “con mucha alegría y esperanza el otorgamiento de ministerios a cinco hermanos quichuas de Ecuador; especial alegría por Susana Martina Sandi y Aurea Imerda Sandi”. En ambas mujeres, ve reivindicados sus años de lucha por la pastoral indígena y todo el camino recorrido con el Sínodo de la Amazonía. Desde Puerto Maldonado (Perú), donde su congregación está asentada, conversa con Vida Nueva sobre este hito para la Iglesia universal, que lanza en ristre comienza a agrietar la dura coraza del patriarcado.
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PREGUNTA.- Usted que ha sido madre sinodal, ¿cómo recibe este conferimiento de lectorado y acolitado por primera vez en la historia a dos mujeres indígenas?
RESPUESTA.- Este acontecimiento, nos confirma en la certeza de que el Sínodo panamazónico fue un kairós para la Iglesia de la Amazonía y hoy alimenta nuestra esperanza del caminar eclesial en América Latina. Nos confirma en nuestra identidad de bautizadas y bautizados, que formamos el Pueblo de Dios y cantamos y celebramos la vida, más allá de la adversidad. El conferir estos ministerios a nuestras hermanas es un fruto del Sínodo que se suma a la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), a la creación del Núcleo “Mujer” en REPAM, y a otras iniciativas que están germinando en el territorio amazónico.
P.- Sabemos que los frutos del Sínodo Amazónico no se dan de la noche a la mañana, ¿cuál considera que fue el proceso para que en Puyo se reconozca el ministerio a mujeres?
R.- Los cambios significativos en nuestra vida resultan del proceso vivido a nivel personal y comunitario e implica ensayos, experiencias, toma de conciencia, compromiso. Lo que llegó al Sínodo como Instrumentum laboris es lo que la Iglesia recogió en el proceso de escucha previa que se hizo en el territorio. Nuestros pueblos tienen su historia, hombres y mujeres que cantan o lloran. Sus gozos y esperanzas, dolor y sufrimiento, encontraron eco en el pastor de la Iglesia universal y en muchos otros agentes de pastoral. El proceso vivido en las comunidades cristianas de Puyo, ha sido fecundado por el Espíritu a través del acompañamiento de misioneras y misioneros, que han compartido su fe con el pueblo creyente.
Vendrán otros cambios
P.- ¿Qué falta por avanzar en este sentido, cuando hay sectores que todavía demandan y no están conformes y piden el diaconado femenino? ¿Qué condiciones deberían darse para avanzar hacia allá?
R.- La invocación para todas y todos es asumirnos en proceso. El Sínodo Panamazónico fue en el 2019, y este otorgamiento de nuevos ministerios para las mujeres, es uno de sus frutos. Debemos seguir confiando y empujando, pues vendrán otros cambios. Son muchos siglos de ocultamiento de la presencia femenina y hay temores infundados; pero la esperanza sostiene nuestra presencia y servicio.
Sobre el diaconado femenino, sigue siendo un tema que encrespa a muchos, especialmente varones. A mi entender, tenemos que avanzar en la conversión integral de la Iglesia. Su estructura, de momento, se corresponde a un modelo patriarcal, clericalista. Mi temor y el de varias hermanas de camino, es que se otorguen nuevos ministerios y sigamos replicando los mismos modelos, dentro de las mismas estructuras.