“Cerdos”. Así definía, tal como relata Il Corriere della Sera, el cardenal Angelo Becciu a los magistrados vaticanos que investigaban las inversiones de la Secretaría de Estado que él dirigía. De esta manera lo ha revelado Alberto Perlasca, quien fue su mano derecha y que, si bien ha sido investigado profundamente, no ha sido llamado a juicio a diferencia del ex prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos.
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El contexto en el que Becciu –acusado de malversación, abuso de poder y soborno– se habría expresado de esta manera al conocer por Perlasca que en su interrogatorio había mencionado el dinero que el cardenal le había dado a Cecilia Marogna, la conocida como ‘dama del cardenal’ y que también imputada en la investigación del Vaticano.
Obediencia jerárquica
“Dos días después del interrogatorio”, explica Perlasca, “fui al cardenal Becciu y le conté todo lo que me había dicho el magistrado. Estaba muy molesto porque se había discutido este tema ( dijo: ¡qué cerdos! ), y me regañó duramente por guardar los mensajes que me había enviado en mi teléfono, diciendo que debería haberlos eliminado”. De hecho, una de las acusaciones contra Becciu es, precisamente, haber abusado de su poder contra Perslasca. “Le dije que no veía la razón, ya que él me había dicho que la operación había sido deseada por el Santo Padre y por eso pensé que estaba actuando correctamente”.
“No podemos escapar a la particular gravedad del hecho, así como a las repercusiones sobre la autenticidad de las pruebas, también por el instrumento utilizado por Becciu que, para inducir al arzobispo Alberto Perlasca a retractarse de sus declaraciones, intentó utilizar las palancas del deberes de obediencia jerárquica”, afirman los magistrados del Vaticano.