“La Conferencia Episcopal de Haití deplora y condena este inadmisible y repugnante asesinato, y presenta sus sinceras condolencias a los padres y amigos de la pareja presidencial”. Es el mensaje que los obispos haitianos lanzan tras el atentado cometido contra el presidente del país más pobre de América, Jovenel Moïse, un crimen en el que también ha resultado herida su esposa, Martine Moïse.
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“¡Abandonad las armas! ¡Optad por la vida! ¡Elegid finalmente la convivencia fraternal en interés de todos y en el interés de Haití!”, claman los prelados a través de un comunicado. Desde ahí, lamentan “la elección deliberada de la violencia hecha, durante algún tiempo, por muchos sectores de la población como método de supervivencia y resolución de conflictos”.
Hacia el odio
En una nota firmada por el presidente del Episcopado y arzobispo metropolitano de Cap-Haïtien Launay Saturné, se recuerda que “la violencia sólo puede engendrar violencia, y conduce al odio”. En esta misma clave, plantea que este ensañamiento “nunca ayudará a nuestro país a salir de este impasse político que sólo puede resolverse mediante el diálogo, el consenso, el espíritu de compromiso para el interés superior de la nación, por el bien común del país”.
Con este punto de partida, los pastores católicos invitan “a todos los hijos e hijas del país a superar su orgullo personal y sus intereses de grupo para buscar juntos, alrededor de una mesa, la solución haitiana tan esperada por la población, dictada por el amor a Haití y a nuestros valores como pueblo”.
Por su parte, el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin ha enviado un telegrama en nombre del Papa en el que “Francisco transmite sus condolencias al pueblo haitiano y a su esposa, también gravemente herida, cuya vida encomienda a Dios”. “Mientras ruega al Padre de la Misericordia por el descanso del alma del fallecido -continúa el texto-, el Santo Padre expresa su tristeza y condena toda forma de violencia como medio para resolver crisis y conflictos”.
El telegrama concluye deseando al “querido pueblo haitiano un porvenir de concordia fraterna, de solidaridad y de prosperidad. En señal de consuelo, invoca la abundancia de las bendiciones divinas sobre Haití y todos sus habitantes”.