El Episcopado paraguayo celebró la 230° Asamblea General Ordinaria con doble modalidad: a distancia y presencial
Los obispos de la Conferencia Episcopal del Paraguay compartieron, además de un momento de oración, reflexiones sobre aspectos de la realidad social y eclesial y analizaron temas de interés que requerían alguna respuesta o iniciativa concreta.
Señalaron que, para buscar la voluntad de Dios que se manifiesta en cada acontecimiento de la Iglesia y de la Nación, se reunieron con actitud de escucha acorde a los signos de los tiempos.
Con respecto a la Asamblea Eclesial, los obispos expresaron que este acontecimiento los une al camino de la Iglesia continental. A través de su lema “Todos somos discípulos misioneros”, animaron a los fieles a integrarse, activa y comprometidamente, a esta experiencia de comunión universal propuesta por el papa Francisco.
Durante este año, la Iglesia paraguaya conmemora el año de la Eucaristía con el lema ‘Lo reconocieron al partir el pan’. El Episcopado recordó que la misión de los discípulos nace y renace del encuentro con Cristo vivo, y se extiende en el espacio fraterno y el servicio al prójimo. En este tiempo en el que la corrupción afecta la convivencia pacífica e impiden la vida digna de muchos hermanos, con Cristo -expresaron los prelados- “podemos vencer el desánimo, las distancias y los obstáculos y ser medicina en este tiempo de pandemia y la post-pandemia”.
En el ámbito social, el episcopado presentó hace un tiempo un documento elaborado por los obispos y especialistas en el tema. Por eso, creen que la Carta Pastoral “Itaipú, una oportunidad de diálogo y concertación social para el bien común” es una invitación congruente y convergente a esta necesidad de diálogo entre los paraguayos.
Quieren que se promuevan iniciativas y acciones, se maduren propuestas y gestiones entre los distintos protagonistas de la vida nacional, a fin de brindar soluciones a los desafíos y necesidades de los hermanos más afectados por la inequidad y la pobreza.
Un especial lugar en la Asamblea Plenaria tuvo la pastoral educativa cuya misión es servir a la formación integral de hombres y mujeres, en particular de las nuevas generaciones en su desarrollo y maduración.
Los obispos destacaron que las restricciones sanitarias de la pandemia exigieron iniciativa y creatividad de la comunidad educativa. Si bien las tecnologías y las plataformas han significado una gran ayuda, no sustituyen el contacto y el acompañamiento personal del proceso educativo. Agregaron que, palparon la brecha digital (acceso, recursos escasos, administración y gestión) entre los distintos sectores comprometidos con la educación.
Destacaron el documento “Lineamientos pedagógicos, didácticos, teológico-doctrinales y científicos para la educación de la sexualidad y la afectividad para la escuela católica del Paraguay”, que define y propone orientaciones y principios sobre la formación personal.
La Iglesia paraguaya se prepara para celebrar, durante el 2022, el año del laicado y coherencia de vida. A todos los bautizados les recordaron que están implicados al compromiso de ser “sal de la tierra y luz del mundo”, anuncio y testimonio, encarnando valores y principios cristianos para la vida personal y social en todas las dimensiones.
En relación con la pandemia del Covid-19, los pastores hicieron un llamado a seguir trabajando juntos en la prevención, en el acompañamiento de muchos enfermos, de sus familias, y del personal sanitario. Pidieron no solo continuar con el compromiso de ante las medidas de prevención, sino actuar con paciencia, celo por la vida y responsabilidad.
“Las vacunas salvan vidas” expresaron los obispos; y el esfuerzo de todos ayudan a disipar temores, aclarar dudas y promover la atención debida de todos los sectores y garantizar la equidad en el acceso a las vacunas y a los recursos médicos. “Es necesario que la administración pública siga brindando los recursos requeridos en esta emergencia, y se consolide el compromiso con la salud de nuestro pueblo”, aseveraron.
En su mensaje, los prelados expresaron su gratitud y reconocimiento a los médicos, enfermeros, auxiliares y administrativos de los centros de salud. Lamentaron también las situaciones de tensión y de violencia que deben sobrellevar y sufrir, la presión emocional y la sobre exigencia profesional.
Asimismo, recordaron a los fallecidos, “de tantos seres queridos, que hemos perdido a causa de esta patología, y los encomendamos en la oración pidiendo para sus familiares y amigos el consuelo”.
El episcopado paraguayo lamentó la inseguridad, violencia, secuestro y atropellos a los indígenas que ponen en zozobra a toda la comunidad y enluta a las familias. Reafirmaron el llamado “a extirpar otro mal endémico que viene apeligrando nuestra convivencia social”.
A los responsables de la justicia y la seguridad, los exhortaron a garantizar el respeto por la vida y los bienes de toda la población.
Los Obispos creen que la salud social de país requiere del caminar evangélico de la escucha, la sinodalidad, el diálogo y la concertación. Por eso, se encomendaron la intercesión de la Virgen de Caacupé para, con el corazón del Buen Pastor, puedan servir al Señor y a los miembros de la Iglesia, especialmente a los más desamparados y débiles.