El Pontífice, rodeado de niños, pidió rezar “por todos los enfermos, especialmente por los que se encuentran en las condiciones más difíciles”
El pontífice no ha estado solo en el rezo de la oración mariana. A lo largo de la mañana han sido numerosos los fieles –y sanitarios– que han acudido a la explana del hospital para poder recibir la bendición del Papa, a pesar de que, una hora antes del ángelus, los termómetros superaban los 30 grados de temperatura. De hecho, desde el hospital han ofrecido agua a los romanos que se han concentrado para prevenir posibles golpes de calor.“ Os doy las gracias a todos: he sentido vuestra cercanía y el apoyo de vuestras oraciones. Gracias de todo corazón”, recalcó el Papa.
Comentado el evangelio del día, el envío de los Doce a su primera expedición misionera (Mc 6,7-13), el Papa reflexionó sobre el “Sacramento de la Unción de los Enfermos, que da consuelo al espíritu y al cuerpo” ya que los discípulos ungían a los enfermos. “Este ‘aceite’ es también la escucha, la cercanía, la solicitud, la ternura de quien cuida al enfermo: es como una caricia que hace sentir mejor, calma el dolor y levanta. Todos, todos, necesitamos tarde o temprano esta ‘unción’ de cercanía y ternura, y todos podemos dársela a otro, con una visita, una llamada telefónica, una mano tendida a quien necesita ayuda”, apuntó el Papa precisamente desde un hospital.
“En estos días de hospitalización, he vuelto a experimentar lo importante que es tener un buen servicio sanitario, accesible a todos, como hay en Italia y en otros países. Un servicio sanitario gratuito, que garantiza un buen servicio accesible para todos. No debemos perder este precioso bien. Debemos mantenerlo”, rivindicó el pontífice. Y entonando el mea culpa, prosiguió: “Para ello debemos comprometernos todos, porque sirve a todos y requiere la contribución de todos. Incluso en la Iglesia ocurre a veces que alguna institución sanitaria, por su mala gestión, no va bien económicamente, y lo primero que se piensa es en venderla”. “La vocación, en la Iglesia, no es tener dinero, es hacer servicio, y el servicio es siempre gratuito. No olvides esto: salva las instituciones libres”, reclamó desde el hospital católico.
Agradecido al personal sanitario, pidió rezar por los niños enfermos como los que el acompañaban en el balcón. “Por qué sufren los niños es una pregunta que toca el corazón. Acompáñalos con la oración y recemos por todos los enfermos, especialmente por los que se encuentran en las condiciones más difíciles: que ninguno se quede solo, que cada uno reciba la unción de la escucha, de la cercanía, de la ternura y del cuidado”, concluyo.
Después de rezar el Ángelus, el pontífice recordó la situación de Haití. “Me sumo al sentido llamamiento de los obispos del país a deponer las armas, elegir la vida, elegir la convivencia fraterna en interés de todos y en interés de Haití. Estoy cerca del querido pueblo haitiano; espero que la espiral de violencia cese y que la nación pueda retomar el camino hacia un futuro de paz y armonía”, clamó.
Francisco también tuvo un recuerdo en este mes de julio por la “ la gente de mar y a todos los que dependen del mar para su trabajo y sustento”. “Rezo por ellos y exhorto a todos a cuidar los océanos y los mares: ¡no al plástico en el mar!”, señaló.
“Deseemos lo mejor a los benedictinos de todo el mundo. Y los mejores deseos para Europa, que esté unida en sus valores fundacionales”, concluyó deseando con motivo de la fiesta de san Benito, abad y patrón de Europa que se celebra este 11 de julio.
No es la primera vez que un Papa preside la oración mariana del ángelus desde el Gemelli. Juan Pablo II, a lo largo de su pontificado, lo hizo 22 veces –7 Regina Caeli y 15 ángelus– en los 160 días que estuvo ingresado, según recoge el diario italiano Avvenire. En el caso del Papa polaco, se asomó unas 5 veces a la ventana de su habitación de la décima planta –en la misma zona que está Francisco– que da a la plaza principal de entrada del amplio complejo hospitalario. Precisamente en esa entrada hay una estatua del papa Wojtyła.
Las veces en que el Papa no pudo asomarse –como ocurrió tras el atentado del 13 de mayo de 1981–, el mensaje se emitió de forma grabada a través de Radio Vaticano. Ahora bien, en 4 domingos leyó su mensaje el cardenal Leonardo Sandri, entonces sustituto de la Secretaría de Estado.