Denuncian que la situación “es el resultado de dos décadas en las que se ha blandido la violencia desde el poder como arma política”
Los habitantes de la Cota 905, en el oeste de Caracas, vivieron horas de zozobra y terror durante los operativos policiales este 8 y 9 de julio que el régimen activó para enfrentar a las bandas delincuenciales de estos sectores. Los obispos venezolanos han fijado posición al respecto.
“Una vez más nos toca alzar la voz ante la violencia, ante la muerte. Una vez más nos sacude y nos entristece evidenciar cómo el miedo, la barbarie, el atropello, el odio, se apoderan de las calles de nuestro país, de nuestras ciudades, de nuestras zonas populares”, reseñaron.
De todo esto que “se ha desatado en la cota 905, es que pone de manifiesto algo que todos sabíamos, pero no queríamos ver”.
Los prelados denuncian que “es el resultado de dos décadas en las que se ha blandido la violencia desde el poder como arma política, a diestra y siniestra, de palabra y obra, como amenaza y como hecho consumado”.
Lamentan: “Si quienes detentan el poder no tienen otro medio para imponer su ideología trasnochada que el de la fuerza y la violencia, no hace falta esperar demasiado para observar una respuesta igualmente violenta”.
Si duda para los obispos “este estallido es además la demostración más evidente del fracaso de un modelo social y productivo”.
“Si el régimen ha hecho todo cuanto ha podido para hacer imposible que los ciudadanos puedan ganarse la vida de una manera digna y suficiente, tampoco sorprende que haya quienes busquen ganarse la vida por medios delictivos”, acotan.
Por otra parte denuncian que el Estado ha fracasado como garante de la seguridad y de la paz, puesto que “no pocos miembros de los cuerpos de seguridad han dejado de ser garantes de la seguridad y la convivencia pacífica, y en muchos casos han abandonado por completo vastas regiones del país, especialmente las zonas rurales y populares”.
De hecho, “el habitual respeto a la autoridad se ha transformado en desconfianza y temor a la autoridad, en vista de la distorsión de las irregulares funciones que hoy cumplen, incluyendo la extorsión y el soborno”.
En este contexto hacen un llamado “a respetar la vida de todo ser humano. Todos somos seres dignos, todos somos hermanos, todos somos Hijos de Dios, y todos estamos llamados al Amor”.
Foto: Primer Informe