Cuando la ciudad de Tokio fue elegida en 2013 como organizadora de los Juegos de la 32ª Olimpiada en 2020 no se imaginaban los cambios que la organización de este gran evento deportivo mundial iba a sufrir, incluyendo el retraso de un año. Inicialmente, para la archidiócesis de la capital de Japón el plan de atención pastoral a deportistas y visitantes tenía un precedente que había funcionado bien.
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- EDITORIAL: Puesta a punto olímpica
- A FONDO: Tokio 2021: Juegos Olímpicos ‘Fratelli Tutti’
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La Iglesia local se volcó durante la Copa Mundial de Fútbol de 2002 que se celebró en Corea del Sur y Japón. Una celebración que atrajo a casi tres millones de espectadores en sus 64 partidos y que hizo que los católicos de todo el mundo que acudían a Tokio pudieran participar en distintas propuestas de misas internacionales en distintos idiomas en los principales templos cristianos de la cosmopolita ciudad. Según ha confirmado la archidiócesis de Tokio a Vida Nueva, se trabaja en estos días para ofrecer eucaristías on line en diferentes idiomas desde la ciudad olímpica. Además habrá algunas Celebraciones de la Palabra, también en línea, dirigidas a las personas relacionadas directamente con los Juegos Olímpicos.
La pandemia ha trastocado todos los planes, y una de las últimas medidas, la ausencia de público extranjero en las competiciones deportivas, complica poner en marcha el plan pastoral específico que se había ido diseñando para este acontecimiento internacional. Además, las fuertes medidas de aislamiento que están viviendo los deportistas, antes incluso de llegar al país, buscan minimizar al máximo los riesgos de un posible contagio de COVID-19 a través del establecimiento de grupos burbuja bastante estrictos.
Esto ha hecho que desaparezcan prácticamente la organización de las capellanías interreligiosas. En las últimas olimpiadas, alrededor de 160 personas atendían espiritualmente a los atletas tanto de los Juegos Olímpicos como los Paralímpicos. Esta oficina ha contado principalmente con agentes de pastoral cristianos, musulmanes, budistas, judíos e hindúes. Una atención de la que se habrían beneficiado, con sus respectivas delegaciones, 11.000 deportistas olímpicos y 4.400 paralímpicos, que llegarán de 200 países diferentes hasta Japón en este mes.
Estas restricciones a las confesiones religiosas son inéditas en las últimas décadas. Incluso en Pekín 2008 se superaron los recelos que había y la organización tuvo que garantizar oficialmente que “los servicios religiosos prestados durante los Juegos de Pekín serían tan buenos como los prestados en los Juegos anteriores”. Algo que tuvo que anunciar el propio ministro de asuntos religiosos del Gobierno chino entonces, Ye Xiaowen.
Capellanes propios
Además, en otras ocasiones, equipos como la delegación italiana solían acudir a la villa olímpica con su propio sacerdote. El actual capellán italiano tiene 38 años, se llama Gionatan de Marco, es el Director de la Oficina Nacional para la pastoral del tiempo libre, el turismo y el deporte de la Conferencia Episcopal Italiana y se estrenó en los Juegos Olímpicos de invierno disputados en Pieonchang (Corea del Sur) en 2018.
En esta ocasión, algunos equipos han tenido alguna celebración religiosa antes de emprender viaje hacia el país del sol naciente. Es el caso de la delegación rusa, que participó el 30 de junio de una oración especial en la catedral ortodoxa de Cristo Salvador en Moscú. El presidente del Comité Olímpico del país, Stanislav Pozdnyakov, y los jugadores depositaron sus velas junto a un icono del Señor.