José Carlos Ballbé, el jugador de hockey olímpico que cambió el stick por la sotana

José Carlos Ballbé

José Carlos Ballbé ha vivido el sueño olímpico a través de los ojos de Dios. Ex jugador de hockey hierba, desde muy pequeño siempre con el stick en la mano, se imaginaba en unos Juegos Olímpicos junto con sus compañeros de la selección española. Y lo consiguió, con un premio extra: poder vivirlo como un don, un regalo de Dios que acompañaba a su vocación al sacerdocio.



‘Litus’, como le conocen sus amigos, respiró hockey casi antes que aire. Su familia cuenta con una gran tradición en este deporte, con algunos internacionales absolutos, y pronto él era uno más. Sus dotes para el deporte le permitieron llegar al Atletic Terrassa, con el que ganó muchos títulos nacionales –ligas y copas– y alcanzó la selección española, figurando en la lista de preseleccionados para los Juegos Olímpicos de Pekín.

Ese año, con el Terrassa llegaron a la final de Champions, que perdieron ante el Crefelder alemán. Las actuaciones de Ballbé hicieron que el equipo campeón le ofreciera un hueco en el equipo, y tenía todo listo para hacer las maletas y seguir creciendo como deportista.

Éxito pero falta algo

Sin embargo, estando en la cumbre, todo dio un giro de 180º. “No fue algo repentino. Llevaba un tiempo que notaba que me faltaba algo, que no me llenaba la vida que llevaba…”. Algo en lo que influyó, en diciembre de 2006, la muerte de su abuela María, a los 97 años y a la que estaba muy unido. “Cuando ella murió me di cuenta de que tenía que haber algo más tras la vida, y comencé a llevar una vida más ordenada, aunque tampoco es que fuera un bala perdida, ¿eh?”, recuerda sonriendo.

Una inoportuna –u oportuna, él no lo tiene claro– mononucleosis le dejó fuera de los Juegos de Pekín. Con esa sensación de vacío acrecentada, fue a hablar con un sacerdote. Después de un tiempo hablando, el cura le espetó: “Oye, y tú ¿no te has parado nunca a pensar que el Señor te puede estar llamando para que te entregues a él?”. El joven rápidamente respondió. “De ninguna manera. En ningún momento”.

Con esa tranquilidad, accedió a participar en una peregrinación a Medjugorje. “Allí encontré la respuesta. Durante la adoración al Santísimo, Dios me dijo que por qué no lo dejaba todo y me entregaba a él. No hubo visiones, ni trompetas, ni cielos abiertos. Fue una cosa que sentí, que estaba dentro”.

Cambio

La respuesta de ‘Litus’ fue inmediata. Renunció al contrato con el equipo teutón y decidió cambiar de vida. Volvió a buscar a aquel sacerdote y le contó lo ocurrido. Le pidió consejo sobre qué hacer: “Yo tenía clarísimo que no iba a ser cura, pero quería discernir qué es lo que el Señor quería de mí”. Solo tenía dos ‘condiciones’ ante aquel runrún: “No quería ir a un seminario, porque un seminarista me parecía un ‘pringao’, y quería salir de Barcelona, porque un exseminarista es todavía más ‘pringao’ si finalmente ve que no era lo suyo”.

Este sacerdote le insistió para que no dejara el hockey, sobre todo teniendo tan claro que no quería ser sacerdote, y le ofreció una salida que cumplía con sus dos condiciones: ir a vivir a una residencia del Opus Dei en Pamplona, cuya finalidad es precisamente ayudar a discernir la vocación a jóvenes en la misma situación que estaba Ballbé en esos momentos.

Encuentro con Dios en el deporte

“Me dijo que Dios me había encontrado en el hockey, y no tenía por qué dejarlo. Si me iba a Pamplona, podría seguir jugando en la élite con el Atlético San Sebastián, que estaba como a una hora de la casa”. Solo quedaban lo flecos de la rescisión de contrato con el Terrassa, que podía reclamar los derechos de formación.

“Ahí tuve otra prueba de que todo venía de Dios. El club no solo no me puso ninguna dificultad, porque entendía que era por mi bienestar, sino que renunció a cobrar nada al San Sebastián”. El fichaje con el equipo donostiarra tampoco fue ningún problema. “Solo les pedí que me pagaran el transporte para poder entrenar”. Negocio redondo. Pocos internacionales han salido tan baratos a un equipo. Y, ahora, la Conferencia Episcopal le ha encargado la coordinación de una futura área de pastoral del deporte.

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