El Pontífice reaparece por primera vez en público tras haber sido dado de alta tras su operación de colon y lanza esta invitación para las vacaciones: “Apaga el móvil y contempla”
Tras su paso por el hospital y en pleno mes de julio sin agenda oficial del Papa, Francisco ha reaparecido en la ventana del despacho del Palacio Apostólico para presidir, un domingo más, la oración mariana del ángelus. El pontífice ha destacado la situación de “Cuba en estos momentos difíciles, especialmente de las familias que más sufren”. “Pido al Señor que les ayude a construir en paz, diálogo y solidaridad una sociedad cada vez más justa y fraterna”, reclamó.
Además, el Papa ha mostrado su cercanía a “los pueblos de Alemania, Bélgica y Holanda afectados por las catastróficas inundaciones”. También ha destacado los “episodios violentos que han agravado la situación de muchos de nuestros hermanos y hermanas de Sudáfrica, que ya están sufriendo dificultades económicas y sanitarias a causa de la pandemia”. “Hago un llamamiento de corazón a todos los implicados para que trabajen por la paz y cooperen con las autoridades en la asistencia a los necesitados”, reclamó
Comentando el evangelio del domingo en el que la muchedumbre busca a Jesús porque están “como ovejas sin pastor” (cf. Mc 6,30-34), el Papa ha señalado “dos aspectos importantes de la vida”: el descanso y la compasión. “Quiere advertirles de un peligro, que siempre nos acecha también a nosotros: el peligro de dejarnos atrapar por el frenesí del hacer, de caer en la trampa del activismo, donde lo más importante son los resultados que obtenemos y sentirnos protagonistas absolutos”, señala el Papa a partir de la invitación de Jesús al descanso.
“Cuántas veces sucede esto también en la Iglesia: estamos ocupados, nos apresuramos, pensamos que todo depende de nosotros y, al final, corremos el riesgo de descuidar a Jesús y volvemos siempre al centro”, lamentó. “No es sólo descanso físico, es también descanso del corazón. Porque no basta con ‘desconectar’, hay que descansar de verdad”, continuó. “Hay que volver al corazón de las cosas: detenerse, hacer silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las prisas de las vacaciones”, recomendó. “Cuidémonos, hermanos, de la eficacia, detengamos la prisa frenética que dicta nuestras agendas. Aprendamos a hacer una pausa, a apagar el móvil, a contemplar la naturaleza, a regenerarnos en diálogo con Dios”, reclamí.
“La compasión”, prosiguió Francisco, “es el estilo de Dios. El estilo de Dios es la cercanía, la compasión y la ternura”, recalcó. “sólo el corazón que no se deja llevar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse atrapar por sí mismo y por las cosas que hay que hacer, y de tomar conciencia de los demás, de sus heridas, de sus necesidades. La compasión nace de la contemplación”, sentenció.
“Si aprendemos a descansar de verdad, nos hacemos capaces de una verdadera compasión; si cultivamos una mirada contemplativa, realizaremos nuestras actividades sin la actitud rapaz de quien quiere poseer y consumir todo; si permanecemos en contacto con el Señor y no anestesiamos lo más profundo de nosotros, las cosas por hacer no tendrán el poder de quitarnos el aliento y devorarnos”, recomendó Francisco esta “ecología del corazón” ante el horizonte de las vacaciones de verano.