“Sin la más mínima empatía, se ignoran los sentimientos religiosos de los (a menudo jóvenes) participantes en las Misas según el Misal de Juan XXIII. En lugar de apreciar el olor de las ovejas, el pastor aquí las golpea con fuerza con su cayado”. Así se expresa el cardenal Gerhard Müller, ex prefecto de Doctrina de la Fe cesado por Francisco en 2017 y al que este 2021 le ha encargado ser miembro del Tribunal de la Signatura Apostólica, tras cuatro años sin encargo vaticano pese a seguir viviendo en Roma.
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Para el purpurado, la “clara” intención del Papa con su ‘motu proprio’ ‘Traditionis Custodes’ es “condenar a la extinción a largo plazo” la celebración de la Misa en la Forma Extraordinaria, introducida por Benedicto XVI con ‘Summorum pontificum’ (2007) a partir del Misal que existió desde Pío V (1570) hasta Juan XXIII (1962), según afirma en un artículo publicado en The Catholic Thing.
Müller recrimina al Papa que en su ‘Carta a los Obispos’ que acompaña el ‘motu propio’, “más allá de la presentación de sus reacciones subjetivas”, echa de menos “una argumentación teológica estricta y lógicamente comprensible. Pues la autoridad papal no consiste en exigir superficialmente a los fieles la mera obediencia, es decir, una sumisión formal de la voluntad”.
El purpurado alemán señala la “dicotomía entre buena intención y mala ejecución”, que “siempre surge cuando las objeciones de los empleados competentes se perciben como una obstrucción a las intenciones de sus superiores y, por lo tanto, ni siquiera se ofrecen”. Y es que, en su opinión, “la unidad en la celebración de los misterios de la gracia no requieren en modo alguno una uniformidad estéril en la forma litúrgica externa, como si la Iglesia fuera como una de las cadenas hoteleras internacionales con su diseño homogéneo”.
Además, para el cardenal germano, los cambios introducidos en el Padre Nuestro “contradicen la verdad de la fe y la unidad de la Iglesia mucho más que celebrar la Misa según el Misal de Juan XXIII”. No obstante, tampoco parece especialmente preocupado, porque “las disposiciones de ‘Traditionis Custodes’ son de naturaleza disciplinaria, no dogmática y pueden ser modificadas nuevamente por cualquier futuro Papa”.
Asimismo, Müller envía un mensaje al cardenal Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y a Arthur Roche, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. “Esperemos que, con su nueva autoridad, no se embriaguen de poder y piensen que tienen que emprender una campaña de destrucción contra las comunidades del antiguo rito, con la tonta creencia de que al hacerlo están prestando un servicio a la Iglesia y promoviendo el Vaticano II”, sentencia.
Contra el Camino Sinodal
Por otro lado, aprovechando que escribía, el purpurado también ha cargado contra sus hermanos en el Episcopado alemán a propósito del Camino Sinodal, pues “la mayoría de obispos” están negando “heréticamente” y, “en abierta contradicción con el Concilio Vaticano II, la tradición, la infalibilidad del magisterio, el primado del Papa, la sacramentalidad de la Iglesia, la dignidad del sacerdocio, la santidad y la indisolubilidad del matrimonio”.
Críticas de los lefebvristas
A las críticas contra Francisco también se ha sumado la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX). Los lefebvrianos tienen la “impresión” de que el motu propio papal viene acompañado de “sectarismo” y “abuso de poder”. Por otro lado, se muestran convencidos de que este ‘motu proprio’, si bien “tarde o temprano terminará en el olvido de la historia de la Iglesia”, no es “una buena noticia en sí misma”, ya que “marca un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición, y retrasará el fin de la crisis que ha durado más de sesenta años”.
¿Por qué el Papa ha limitado la misa ‘ad orientem’?
Desde que Doctrina de la Fe asumió las competencias de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei en 2019, se ha llevado a cabo una encuesta en todo el mundo para valorar cómo se ha desarrollado la liturgia celebrada según el ‘rito extraordinario’ que rescató Benedicto XVI en 2007 siguiendo la última edición del misal tridentino. Hasta ahora, Doctrina de la Fe solo había publicado dos decretos que actualizaban algunos textos que se emplean durante esta misa. Una reforma menor que ahora se complementa con un paso más audaz.
El motu proprio ‘Traditionis Custodes’ está organizado en 8 artículos en las que se confirman exclusivamente los decretos del Vaticano II como “única expresión de la lex orandi del Rito Romano”. Confirma además el papel del obispo con su “deber de regular las celebraciones litúrgicas en su diócesis” como responsable de aplicar este decreto acompañando a los fieles, así como reorganizar las parroquias específicas. Él será el responsable de conceder algún permiso y no la arbitrariedad de un sacerdote.