El total de cristianos perseguidos en todo el mundo ha alcanzado la cifra de 340 millones de personas. Y es que, tal como revela la lista publicada por Open Doors, el número de cristianos asesinados por su fe ha aumentado un 60% respecto al año pasado. Esto se explica por el aumento de conflictos armados en Nigeria y en el África Subsahariana. A pesar de eso, el país más duro con los cristianos es Corea del Norte: se calcula que en la actualidad allí entre 50 mil y 70 mil cristianos están en la cárcel o en campos de concentración a causa de su fe.
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El segundo es Afganistán, seguido de Somalia, Libia y Pakistán. Por eso, Solidaridad Internacional Trinitaria ha apostado por ayudar a países africanos pero sin olvidar a las personas de Oriente Próximo que aún sigue reconstruyendo sus vidas. Desde sus hogares y escuelas hasta aceptar todo la pesadilla que han tenido que vivir tras la guerra del Daesh.
En datos de 2020, los españoles han aportado un 6% más que el año anterior a pesar del Covid-19. En concreto, Solidaridad Internacional Trinitaria ha señalado que los números también han aumentado hasta un 20% de personas que han participado generosamente para mejorar la vida de los cristianos perseguidos. Antonio Aurelio Fernández, director del SIT, ha querido destacar la “amabilidad y generosidad de la comunidad cristiana presente en España a través de toda la Familia Trinitaria. El trabajo de todos los responsables del SIT sirve para que los cristianos que se encuentran en persecución perciban que no están solos. Nuestro carisma sólo tiene respuesta en la fe de los perseguidos”.
Ayuda de emergencia y rehabilitación
Este porcentaje se traduce en muchas personas que apuestan por los proyectos que el SIT ha mantenido y sigue realizando en países como Irak, Nigeria, China o India. Muchas de las personas que han colaborado han entendido la necesidad de los cristianos perseguidos agravada por la pandemia mundial del Covid-19.
Los países que han recibido más ayuda por parte del SIT han sido, por orden de cuantía económica, Siria, India, Irak, Nigeria y China, centrados en la urgencia de las necesidades básicas, la rehabilitación de viviendas destruidas por la guerra, cuidado y formación para niños, atención sanitaria, ayuda sacramental, atención a personas prófugas o ayuda a personas ancianas han sido, entre otros, los proyectos realizados. Estos se centraban en situaciones de urgencia que generalmente repercutía de forma acentuada en mujeres, niños y ancianos.
En cambio, los proyectos de rehabilitación de casas sirven para presentar una demanda de trabajo para los padres de familia que, por la situación de conflicto bélico, es inexistente. De esta forma, también los cabezas de familia pueden aportar al núcleo del hogar, por su propio trabajo, un soporte económico para que no necesiten permanecer solo con ayudas y donativos.