El purpurado ha expresado sus observaciones y criticado duramente el último motu proprio de Francisco, ‘Traditionis custodes’
¿Tiene Francisco autoridad como para derogar las misas ‘ad orientem’? Según considera el cardenal Reymond Burke, no. Y es que, según ha señalado el purpurado en una carta abierta en la que expresa sus observaciones y critica duramente el último motu proprio del Papa, ‘Traditionis custodes’, en el cual el Pontífice limita el culto por los ritos preconciliares. Es decir, la misa en latín y de espaldas.
“La plenitud de poder (plenitudo potestatis) del Romano Pontífice es el poder necesario para defender y promover la doctrina y la disciplina de la Iglesia. No es un ‘poder absoluto’ que incluiría el poder de cambiar la doctrina o de erradicar una disciplina litúrgica que ha estado viva en la Iglesia desde la época del Papa Gregorio el Grande e incluso antes”, ha justificado Burke. “Nuestro Señor que dio el maravilloso regalo de la UA no permitirá que sea erradicado de la vida de la Iglesia”.
El purpurado, que no es la primera vez que se muestra contrario a las decisiones de Francisco, ha relatado, en el texto, todas las observaciones que tiene que hacer al motu proprio. Subrayando, eso sí, que lo hace “en comunión con el Romano Pontífice” a pesar de no estar de acuerdo con esta decisión “severa y revolucionaria”.
“Muchos fieles, laicos, ordenados y consagrados me han expresado la profunda angustia que les ha traído el motu proprio ‘Traditionis Custodes'”, asegura Burke. “Quienes están apegados al Usus Antiquior, lo que el Papa Benedicto XVI llamó la Forma Extraordinaria del rito Romano, están profundamente descorazonados por la severidad de la disciplina que impone el motu proprio”, añade. De hecho, el cardenal asegura, incluso, que se encuentran “ofendidos por el lenguaje que emplea para describirlos, sus actitudes y su conducta”. “Como miembro de los fieles que también tiene un vínculo intenso con la UA, comparto plenamente sus sentimientos de profundo dolor“, reconoce.
De esta manera, procede a denunciar, entre otras cosas, aspectos como que el texto del motu proprio en latín “aun no se ha publicado”, algo ante lo que “cabe preguntarse por qué”, mostrando su preocupación ante posibles errores de traducción entre idiomas.
“De la severidad del documento se desprende que el Papa Francisco emitió el motu proprio para abordar lo que él percibe como un mal grave que amenaza la unidad de la Iglesia”, continúa. “Claramente, el Papa Francisco considera el mal tan grande que tomó medidas inmediatas, sin informar a los obispos con anticipación y ni siquiera prever la habitual vacatio legis, un período de tiempo entre la promulgación de una ley y su entrada en vigor”.