“Los discípulos de Jesucristo deben ser sembradores de hermandad”, ha recordado Julián Barrio durante la misa en la catedral compostelana
“Pido por la Iglesia en España, por los peregrinos que vienen a venerar tu tumba este Año Santo, y que todos nuestros gobernantes tengan fuerza, generosidad y perseverancia en la búsqueda de la renovación ética y moral de nuestra sociedad”. Esta ha sido la petición que, durante su homilía, el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, ha hecho al apóstol este 25 de julio. Además, ha encomendado a la intercesión de Santiago “a todos los pueblos de España, para que podamos mantener una convivencia fraterna sin olvidar nuestras raíces”.
De hecho, el prelado ha hecho hincapié en esta festividad de Santiago de Compostela y día grande del Año Santo compostelano, en esa necesidad de “volver a las raíces”, ya que “el sentimiento de lo desconocido está generando incertidumbre ante el futuro y afectando a certezas que parecían consolidadas”. Asimismo, en esta celebración a la que han asistido los Reyes de España, la Princesa de Asturias, la Infanta Sofía y Nadia Calviño y Yolanda Díaz como representantes del Gobierno, ha subrayado que para “una civilización occidental con el alma mermada, ya surgen no pocas voces de pensadores fuera del cristianismo, que afirman que necesitamos a Cristo”.
De hecho, “con el Apóstol Santiago hacemos memoria de la necesidad de identificarnos con la historia y persona de Cristo, en la búsqueda paciente de la verdad para promover la cultura del cuidado común que nos posibilita comprender la unidad y la historia de los pueblos de España, vertebrada con lo común de todos y lo específico de cada uno”. Del mismo modo, Barrio ha aseverado que “no es la irracionalidad, sino el afán de verdad lo que promueve la fe cristiana”.
Asimismo, el arzobispo ha apuntado que “en el contexto de una cultura neopagana el hombre sigue buscando el signo de una esperanza alegre y generosa, como norma inspiradora de todo auténtico progreso que forja una convivencia de todos en justicia y caridad”.
“Con Cristo podemos afrontar los desafíos antropológicos, sociales y espirituales”, ha aseverado, “animando una profunda renovación cultural cristiana a través de la fraternidad, del esfuerzo, de la austeridad y de la solidaridad”. Y es que, para Barrio no hay duda de que “en la persona hay deseo de bien, de ser feliz y amada a pesar de la fragilidad, sabiendo que no se trata tanto de dar sentido al mal cuanto de permanecer ante el que se ve afectado por él, compartiendo su sufrimiento”.
Por último, el arzobispo ha afirmado que la “misión de la Iglesia es llevar a los hombres a Dios, a su destino eterno”, pero de una manera en la que “no ignora las tareas humanas; con su propia misión espiritual, mueve a sus hijos y hombres de buena voluntad a tomar conciencia de la raíz de los males, y los insta a remediar las injusticias y las condiciones deplorables en las que viven muchas personas”. Por ello, “los discípulos de Jesucristo deben ser sembradores de hermandad”.