En el Hogar San José de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados murió, a los 90 años, Fernando Karadima Fariña, quien fuera párroco del Sagrado Corazón, de El Bosque, en la comuna de Providencia, en Santiago, barrio con población de clase social alta.
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Llegó a esa parroquia recién ordenado sacerdote en 1958, y fue nombrado su párroco en 1985 hasta 2006. Allí, fue ganando reconocimiento y prestigio por sus homilías y estilo de celebración de las Misas, además de retiros y charlas frecuentes a las que concurría gran cantidad de personas. De esa escuela salieron unos 50 sacerdotes y 5 actuales obispos, entre ellos Juan Barros, acusado de encubrir los delitos de Karadima y que provocó polémica durante la visita del Papa Francisco a Chile en enero de 2018.
Acusado de abuso
En el año 2003, el Tribunal del Arzobispado de Santiago recibió la primera denuncia por abuso. Hasta el año 2010 las acusaciones fueron negadas y los trámites judiciales lentos. Ese año estalló el escándalo en un programa de televisión por el testimonio de una víctima a la que pronto se unieron otras 2, quienes llevaron adelante los procesos judiciales civil y eclesiástico. Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo dieron a conocer a la luz pública los delitos cometidos por Karadima en su contra.
Las presiones en la justicia civil habían logrado cerrar el proceso, que fue reabierto luego que en el proceso canónico paralelo, entregado el 16 de enero de 2011, fuera declarado culpable de abusos sexuales contra menores con violencia y abuso de su potestad eclesiástica, por lo que fue sentenciado a una vida de retiro en oración y penitencia.
El 21 de junio de 2011, la Santa Sede rechazó la última apelación de Karadima, confirmando su culpabilidad, con cargos de pedofilia y efebofilia, fallo que se dio a conocer el 18 de febrero de 2012 donde se lo consideró culpable de abusos sexuales y psicológicos reiterados.
Con nuevos antecedentes, el Papa Francisco lo dimitió del estado clerical el año 2018.
Iglesia paga indemnización
En la justicia civil, si bien se estableció la existencia de delitos, el caso fue sobreseído por la prescripción de los hechos. Sin embargo, en 2019, la Corte de Apelaciones de Santiago acogió de forma unánime la demanda civil, presentada en 2017 contra la Iglesia Católica, por lo que la institución fue obligada a pagar $100 millones (casi 150 mil dólares) a cada uno de los demandantes: Cruz, Hamilton y Murillo.
El documento de la Corte de Apelaciones precisa que “respecto del derrotero que cada una de las víctimas ha seguido, los actores han sufrido de una manera importante desde que se cometieron los abusos, pero que recién se empiezan a racionalizar cuando aquellos fueron denunciados y la autoridad eclesiástica no hace nada”.
Añade que “la negligencia en la investigación del abuso que se hizo desde las instancias oficiales de la Iglesia Católica tuvo gran impacto sobre las víctimas cuando las autoridades institucionales descartaron la denuncia en lugar de considerar la posibilidad de examinar si tenía algún elemento de verdad, protegiendo con su inactividad a los abusadores como si ellos fueran víctimas de una infamia y agresión pública contra su buen nombre y descuidando por completo lo ocurrido a las víctimas del abuso, como consigna el informe”.
Que estos crímenes no vuelvan a pasar
En junio pasado, Karadima debió ser internado de urgencia a un recinto hospitalario por una agudización de su condición coronaria de base.
En la mañana de hoy lunes se anunció su fallecimiento, ocurrido a las 21,20 horas de la noche del domingo, debido a una bronconeumonia, insuficiencia renal, diabetes melitus e hipertensión arterial.
Los 3 denunciantes, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, publicaron hoy una declaración conjunta en la que dicen: “Ha muerto Fernando Karadima, exsacerdote católico que abusó sexual y espiritualmente de muchas personas, entre ellas, nosotros. Todo lo que teníamos que decir de Karadima está dicho. Él era un eslabón más en esta cultura de perversión y encubrimiento en la Iglesia. Nosotros estamos en paz y solo nos mueve seguir luchando para que estos crímenes no vuelvan a pasar y por tantas personas que lo han vivido y que aún no tienen justicia”.
La crisis de la década
La Encuesta Bicentenario de la Universidad Católica de Chile en su capítulo sobre religión analiza a quienes profesan alguna creencia espiritual en el país. Según ese sondeo, la cantidad de creyentes católicos llegaba al 63% en 2010. La cifra fue bajando sostenidamente en los siguientes años. Para 2019 se derrumbó hasta un 45%, el nivel más bajo desde que existe el registro.
La década 2010-2020 estuvo marcada por la mayor crisis de su historia en la Iglesia chilena, debido a las investigaciones por abuso sexual sobre un gran número de clérigos y religiosos, destacando varios de gran prestigio público en el país. Todos los casos generaron cierta conmoción, pero el que sigue siendo emblemático, y de algún modo iniciático, es el de Fernando Karadima, en 2010, cuando era párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón.
Karadima se movía como una de las figuras religiosas más influyentes en la élite criolla. Considerado por muchos de sus seguidores como algo parecido a un santo, él mismo aseguraba que había sido discípulo de Alberto Hurtado, lo que su hermano desmintió, y con esas credenciales llegó a formar a cerca de 50 sacerdotes y 5 obispos. Su caída inspiró libros y una película.
Fernando Karadima ha muerto “sin pagar sus pecados”, titula el diario electrónico El Mostrador.