Los obispos españoles están convencidos de que “asistimos a una profunda crisis institucional, en la que algunos grupos políticos quisieran abrir una segunda fase constituyente”. Así lo expresan en el análisis de la realidad que vertebra el documento ‘Orientaciones y líneas de trabajo para la Iglesia española en los próximos cinco años’.
- El Podcast de Vida Nueva: Santiago, camino de vuelta
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Aprobado en Asamblea Plenaria de la pasada primavera, los pastores de nuestro país, antes de exponer las que serán los objetivos evangelizadores de la Iglesia española, se detienen a analizar el contexto en el que se mueven, deteniéndose en los desafíos políticos. “No se trata de sacralizar el régimen del 78 -aprecian en el texto-, pero sí de afirmar que este marco político constitucional ha devuelto a España una estabilidad grande, no lograda durante siglos”.
Tensiones independentistas
Desde la Conferencia Episcopal se llega a afirmar que “la puesta en cuestión de la Constitución, la monarquía, el poder judicial, junto a las fuertes tensiones independentistas en medio de una inédita crisis económica, llenan de preocupación e incertidumbre a la sociedad española. Los enfrentamientos crecen y pareciera que asistimos a un resurgir artificial de «las dos Españas» de tan dramático recuerdo”.
Los obispos no dudan en cuestionar algunos de los proyectos de Moncloa, al aseguran que “abonan esta situación las iniciativas legislativas del Gobierno de coalición sobre la educación, la eutanasia, el aborto, la memoria democrática, el Consejo General del Poder Judicial, que van en la línea del proyecto de deconstrucción antes citado a escala global”. En definitiva, apuntan que “el desarrollo de estas iniciativas pone en riesgo la libertad y dificulta la imprescindible unidad”.
Envejecimiento eclesial
En este análisis de la realidad que los obispos realizan, además admiten que la “rápida transformación” que vive la sociedad dentro de una “disminución y envejecimiento de las comunidades cristianas, de los pastores, consagrados y laicos”. Aun así, exponen que todavía un número grande de españoles se manifiestan católicos, aunque también hay otros “muchos bautizados que dicen ‘creer sin pertenecer’”, junto a lo que denominan un “emergente grupo postsecular” que “no ha acogido ni la fe ni los prejuicios religiosos”. Por último, señalan un cuarto grupo, el de “los inmigrantes católicos”, entre los que se incluirían quienes “se han acercado a nuestras parroquias por la puerta de Cáritas y no han pasado más adentro; otros participan de manera ordinaria en la actividad eclesial y pueden aportar una renovación a nuestras comunidades”.
Desde ahí, los obispos señalan que la misión evangelizadora de la Iglesia en España se encuentra con dos dificultades. Por un lado, una cultura ambiental que ya no es cristiana donde “las normas morales que brotan del Evangelio se han vuelto inaceptables”, algo que se percibe en “los propios ambientes eclesiales, parroquias y colegios católicos”. Por otro, dificultades de puertas para adentro, entre las que se subraya la mundanidad, la autorreferencialidad, la falta de comunión y la debilidad del testimonio misionero en la plaza pública.
Motivos de esperanza
Frente a toda esta radiografía, sí hay un “motivo de esperanza” para los relatores del documento que pasa por “el testimonio de muchos laicos partícipes activos en la misión de la Iglesia asumiendo funciones y responsabilidades en la parroquia, en la escuela católica y como profesionales en muchos ámbitos de la vida social”. De la misma manera, se aplaude “la generosidad y el compromiso” de muchos miembros de la Iglesia, incluida la creatividad de los sacerdotes y la entrega a los más necesitados.
Además, se hacen eco de lo que definen como una “sociedad desvinculada, desordenada e insegura en la que crece la desconfianza y el enfrentamiento”, donde “los más débiles y pobres quedan excluidos y no son tenidos en cuenta” y que se pone también de manifiesto en las diferencia entre las zonas urbanas y rurales. En este contexto, los pastores alertan de “un intento deliberado de ‘deconstrucción’ o desmontaje de la cosmovisión cristiana”. De hecho, llegan asegurar que hay “un guión bien trazado con calendario y finalidades tremendas” desde una “propuesta neopagana que pretende construir una sociedad nueva”. En concreto, advierten de un “constructivismo antropológico” en las muy extendidas corrientes ideológicas de género y en la aceptación social del aborto y la eutanasia”.
Banalización de la familia
Ahí se enmarcaría la actual crisis de “banalización de la familia”, el descenso de la natalidad o la creciente pérdida del domingo como día de descanso o la “desinstitucionalización” del matrimonio, como refleja el aumento de los divorcios, las parejas de hecho, la convivencia sin vinculación o el reconocimiento de las bodas entre personas del mismo sexo. “La comprensión y el valor social e institucional del matrimonio entre hombre y mujer abierto a la vida, en nuestra tradición cultural, ha ido recibiendo golpe tras golpe hasta convertirlo en algo que apenas tiene relieve decisivo en la vida de las personas”, sentencian los prelados españoles. En relación al mundo postpandemia, desde la Conferencia Episcopal se plantea que “el problema más grave no es ni económico ni político, sino la salud espiritual y el sentido de la vida que ilumina la mirada para reconocer a quien está al lado como hermano”.