La pastoral rural de Neuquén dio a conocer su posición sobre la política de tierras que lleva adelante el gobierno provincial y que aleja a los legítimos pobladores a ser reconocidos como dueños de sus tierras.
Aludieron a las palabras pronunciadas por San Juan Pablo II, en Recife (Brasil), en junio de 1980: “La Tierra es un don de Dios, don que Él hizo para todos los seres humanos… no es lícito, por tanto, porque no es conforme con el designio de Dios, usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos, dejando a los otros, la inmensa mayoría, excluidos”.
Los miembros del equipo neuquino, haciéndose eco de las organizaciones campesinas de la región, denunciaron la intimación realizada a más de 100 familias para el desalojo de las tierras.
El sistema de trashumancia está relacionado con la actividad ganadera y es una forma productiva que se constituye a partir del ritmo cíclico estacional que se vive en las zonas cordilleranas. Consiste en una compleja actividad relacionada con el clima, el relieve y la calidad de la tierras, y el arreo de animales y su supervivencia. De allí derivan otras tareas lucrativas de las que viven los crianceros.
En el noroeste de la Patagonia, estas familias crianceras desarrollan este quehacer en tierras fiscales desde hace décadas. La mayoría de estos campesinos no tienen títulos de propiedad; tampoco se les facilitan mecanismos para su titularización. La burocracia va desgastando este proceso, y “lo que es un derecho se termina transformando en un sueño irrealizable”.
La situación de irregularidad se viene denunciando desde hace años porque cerca de 80 familias no pueden acceder a la tierra en la que han trabajado toda la vida. Un relevamiento del año 2017 arrojó más de 100 situaciones en conflicto.
El informe fue entregado a las autoridades provinciales, pero no se obtuvieron respuestas o el abordaje de la situación se ha vuelto lento en proporción a los conflictos.
La Constitución provincial y la Ley 263 de Tierras Fiscales expresan un principio: la tierra es para quien la trabaja, es un bien social de trabajo, no para la especulación o la renta. En este caso particular, cada día van apareciendo “nuevos” propietarios que ostentan títulos y pretenden instalarse en estas zonas para, en el futuro, emprender proyectos turísticos.
Frente a esta injusta situación, los misioneros del equipo de pastoral rural de la diócesis de Neuquén se preguntaron si hay voluntad política de entregar los títulos de propiedad a los crianceros, o el Gobierno apunta a desgastar a la gente campesina para que abandone sus campos, “provocando más de una vez la pelea de pobres contra pobres, y entonces sí poder avanzar con otros megaproyectos en tierras fiscales (minería, agua, por ej.)”.
Finalmente, se unieron al clamor de tantos que esperan respuesta por parte del gobierno provincial y especificaron cada reclamo: