La mañana lluviosa del domingo dieciocho de julio, casi una hora antes de comenzar el rito ceremonioso de su ordenación como obispo de Iquitos por el que estaban todos convocados, Miguel Cadenas, el agustino que el pueblo siente kukama, hizo su ingreso al patio central del colegio San Agustín. En medio de una gran cantidad de gente, se tomó el tiempo de devolver el saludo a todos los que se habían citado desde tempranas horas de la mañana para obtener el mejor de los lugares y presenciar este evento histórico para la ciudad de Iquitos.
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Periodistas y presentadores repetían una y otra vez la importancia de este acontecimiento: era la primera vez en cien años que se realizaba una ordenación sacerdotal en esta ciudad. Los vicarios solían venir ordenados desde las lejanas tierras españolas y solo llegaban a tomar posesión de la jurisdicción. Por primera vez un obispo sería ordenado en el propio Vicariato de esta ciudad amazónica.
Su vida al servicio de la Amazonía
La historia del agustino Miguel Ángel Cadenas con la Amazonía se remonta a hace más de dos decadas, 27 años para ser exactos son los que lleva trabajando aquí. “Me destinaron a Iquitos y dije: bueno, bien, a mis compañeros (otros agustinos) les va bien, de seguro a mi me irá bien también”, responde días antes, al recordar su designación de misión al Perú.
Cadenas recuerda también que su acercamiento a la congregación de agustinos ocurre cuando estudiaba la secundaria con ellos. Continúa el noviciado y una maestría en España y al terminar le anuncian su misión en el Perú. “Los compañeros de Iquitos (cuando volvían de vacaciones a España) tenían una sensibilidad diferente, era esa sensibilidad que te da el contacto con la gente humilde. A mí eso me gustó desde el principio”, recuerda Cadenas.
Un par de días en Lima, otros en Iquitos, pero inmediatamente después, llegó al Marañón. Es ahí en donde el choque cultural es notorio: “Me sentía completamente inútil, fue duro. Pero poco a poco uno va encontrando algunas claves. Luego vamos encontrando pequeños gestos que te permiten decir: algo puedo hacer aquí, y vas teniendo relación con las personas y ese contacto hace que te quedes”.
Y así fue. Miguel Cadenas empezó a tejer los lazos sociales con la gente del Marañón, escuchándola, como siempre, conociendo su realidad y formando vínculos. Esto, por aproximadamente dos décadas en las que trabajó en las parroquias de Santa Rita de Castilla, Nauta y La Inmaculada.
“Ha sido una de las experiencias mas importantes, estoy orgulloso de haber llegado a aquí”, cierra los recuerdos Miguel Cadenas desde su despacho en el Vicariato, donde nos recibe muy amablemente aún sin poder acostumbrarse a que lo llamen Monseñor.
Un obispo español con corazón amazónico
La ceremonia se realizó fuera del templo, como símbolo de esa Iglesia a puertas abiertas a la que nos llama el papa Francisco. Desbordan gestos amazónicos intencionalmente colocados: iconografía indígena, telares con diseños shipibos, un techo lleno de hojas en el estrado principal y un manguaré, instrumento musical representativo de nuestras comunidades amazónicas. Todo ello para representar al pueblo que durante tantos años Miguel Cadenas ha acompañado.
Los gestos no son solo materiales. El acto penitencial de inicio lo realizan cuatro indígenas en sus lenguas maternas (kichwa y kukama) siendo posteriormente traducidos al castellano. Todos ellos centrados en la situación crítica de la Amazonía, producto del desdén, la codicia y la indiferencia a la casa común: “Perdón por manchar los ríos con nuestros egoísmos y avaricias de querer ganar dinero sin tener en cuenta el sufrimiento de nuestros hermanos”, reza la segunda petición de perdón.
La celebración es presidida por Mons. Julián García Centeno, obispo emérito de Iquitos, y quien hace muchos años, en España, también ordenó como diácono y luego como sacerdote a Cadenas. El vínculo de amistad entre ambos viene de largo tiempo y se ha fortalecido con los años. Este gesto es una prueba de ello.
Acompañan también los obispos de la Amazonía (de Jaén, Pucallpa, San Ramón, Yurimaguas y San José del Amazonas ), el presidente de la Conferencia Episcopal del Perú (y también presidente del CELAM) Mons. Miguel Cabrejos, entre otros párrocos y sacerdotes del Perú. A través del envío de un cálido mensaje por audio, el nuncio apostólico, Mons. Nicola Girasoli también se hace presente e incide en destacar el cariño de Miguel Cadenas por la Amazonía.
El manguaré, que se utiliza en las comunidades indígenas para anunciar un mensaje importante, acompañó la lectura del mandato apostólico firmado por el papa Francisco. El obispo emérito de Iquitos resumió en una frase el emotivo instante: “Querido Miguel Ángel, llegó el momento. Estas aquí para recibir la ordenación episcopal. La plenitud del sacramento del orden, en medio de tu gente y con tu pueblo”. Su gente, ese pueblo que en la ceremonia presentaron los signos episcopales. Dos objetos resaltan entre ellos: la mitra (o tocado) que contiene bordados kukama (en una conversación, días después, Miguel Cadenas nos cuenta que ahí se visualiza a la boa, el animal que sostiene el universo y la que consagra el río). El otro objeto es el báculo, un diseño sencillo hecho de palosangre, madera de la región.
“Las personas somos parte de un tejido social. De tal manera que si nos quedamos aislados no vamos hacia ningún lado”. Mons. Miguel Cadenas resalta esto desde antes, pero aviva la voz en ello durante su discurso de toma de posesión.
Manolo, su compañero incondicional
Para Cadenas, tejer lazos profundos ha marcado su vida, por ello a uno de los primeros que agradece es al padre Manolo Berjón, su compañero desde adolescencia, de seminario y de luchas por la dignidad de los pueblos del Marañón. “Ayuda tener un compañero como Manolo que con su cigarro va ikarando para que se ahuyenten los malos espíritus”, cierra el agradecimiento Cadenas ante un público que acompaña con las palmas y reconoce a esa dupla poderosa. “Manolo Berjón es mi amigo de toda la vida, no puedo entender lo que he hecho en la vida sin hablar de él. Estoy orgulloso de tener a alguien como Manolo cerca”, asegura Cadenas.
Así como a él, agradeció a todas las personas que durante este tiempo en la Amazonía marcaron su vida y su trabajo. Esta es la muestra viva de lo que profesa cuando insiste en que tejamos lazos que se fortalezcan, aún con quienes no estén totalmente de acuerdo con nosotros.
Al concluir el discurso del Superior General de los agustinos, y los actos protocolares de cierre, el patio del colegio de San Agustín se convierte en un espacio en el que nadie queda sin poder acercarse al nuevo obispo. Mons. Miguel Cadenas acepta todas y cada una de las fotos que su pueblo le pide. Entre sonrisas, gestos y abrazos, Iquitos recibe con esperanza y alegría al nuevo pastor de su Iglesia.