El Superior General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, ha presidido los actos de la fiesta de san Ignacio de Loyola, este 31 de julio, en la localidad catalana de Manresa. Allí, hace 500 años, en una cueva el santo vivió una experiencia fundamental. “Tantos rasgos de la Compañía de Jesús y de lo que hoy conocemos como espiritualidad ignaciana dependen de Manresa”, destacó Sosa.
- ?️ El Podcast de Vida Nueva: El club de los falsos fundadores
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La ciudad se ha unido a las celebraciones del Año Ignaciano que conmemora el 500 aniversario de la conversión de Ignacio y de su llegada a la ciudad de Manresa. Por ello, el superior ha abierto la Puerta del Jubileo en la Santa Cueva y ha bendecido unos mosaicos con piedras de todo el mundo del reconocido artista jesuita Marko Rupnik que decoran el Santuario desde hace pocos meses.
Punto de referencia
En su homilía, Sosa ha destacado que la experiencia de los Ejercicios Espirituales “es seguramente lo mejor que los jesuitas y los herederos y amigos de esta espiritualidad podemos ofrecer a otros”. Una experiencia y un libro que han surgido precisamente en la estancia de Ignacio en Manresa. Los Ejercicios, para Sosa, “siguen vigentes hoy más que nunca”.
En su homilía destacó que la llegada de Ignacio a Manresa la hizo viviendo como un mendigo tras renunciar a sus bienes. “No cabe duda que esto le transforma y su modo de vivir aquí se convierte en un punto de referencia de nuestras necesidades espirituales y materiales y del modo en que las satisfacemos”, subrayó.