Las universidades y facultades eclesiásticas podrán ofrecer hasta un máximo del 30% de sus créditos formativos bajo la modalidad de enseñanza a distancia en los grados y licenciaturas que ofrezcan. Ante el auge de las clases telemáticas debido a los avances tecnológicos y a los confinamientos motivados por la pandemia de coronavirus, el Vaticano publicó este lunes una instrucción en la que especifica cómo aplicar esta forma de enseñanza a partir del próximo curso académico.
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El texto, realizado por la Congregación para la Educación Católica y firmado por su prefecto, el cardenal Giuseppe Versaldi, el pasado 13 de mayo, invita a las universidades y facultades de la Iglesia católica a “dotarse más adecuadamente de las nuevas tecnologías, desarrollando formas de colaboración, de investigación compartida y cuidando la calidad técnico-pedagógica”. También insta a estos centros a contar con “un mayor compromiso con la preparación específica de profesores y tutores para el correcto uso de las nuevas metodologías pedagógicas y de herramientas didácticas”.
Aplicación de ‘Veritatis gaudium’
La citada instrucción, que clarifica cómo aplicar de manera práctica los principios planteados por la Constitución Apostólica ‘Veritatis gaudium’, promulgada por el papa Francisco en enero de 2018, no fija un porcentaje máximo de créditos formativos que pueden impartirse por medio de la enseñanza a distancia en el caso de los doctorados. El texto habla de “una parte” y recuerda que es la Congregación para la Educación Católica la que debe aprobar siempre los planes de estudio. La evaluación de dichos créditos, tanto en el doctorado como en los grados y licenciaturas, se realizará siempre “de forma presencial física”.
El Vaticano aconseja a las universidades y facultades eclesiásticas una mayor colaboración para ofrecer programas conjuntos, especialmente con aquellos centros “más versados y experimentados en la enseñanza a distancia y con segura excelencia académica”. También invita la instrucción, fruto de una consulta a los ateneos ligados a la Iglesia católica, a aprovechar la educación a distancia para llegar a los agentes pastorales, a los miembros de los monasterios de vida contemplativa y a las personas que se encuentren en las “periferias humanas”.