Juan Carlos Elizalde ha presidido las Vísperas de la Virgen Blanca y ha hecho una llamada a la responsabilidad
El obispo de Vitoria y presidente de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española, Juan Carlos Elizalde, ha denunciado en las Vísperas a la Virgen Blanca la “creciente violencia juvenil, las agresiones de jóvenes entre jóvenes, contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y a otras personas por su ideología”. El prelado se ha mostrado comprensible con “las ganas de los jóvenes por salir y disfrutar”, pero les ha recordado que “si la salud de ellos fuese la más vulnerable, sus abuelos, nuestros mayores, no escatimarían esfuerzos en tomar decisiones para frenar la propagación del virus con pequeños sacrificios como es el uso de la mascarilla, mantener la distancia o posponer esos macroencuentros”.
Pensando en los mayores, el prelado ha pedido “respeto de toda la sociedad y más aún que el respeto, nuestro agradecimiento y cariño”. Además ha apoyado las restricciones, recordando que “hasta que no lleguemos a una situación normal sanitariamente hablando y con una inmunidad global real, debemos estar atentos y ser prudentes”. Estas medidas se han notar en la celebración que ha sido “sin multitudes, sin faroles ni ofrendas de blusas y neskas, pero centrándonos en lo fundamental y motivo de la fiesta, la Virgen Blanca, María, la madre de Jesús”, en palabras del vicario parroquial de San Miguel, Juan Manuel Ochoa de Aspuru, según recoge El Correo.
Juan Carlos Elizalde también ha señalado que “estamos inmersos en una nueva pobreza que amenaza nuestra dignidad”, y ha alabado los acuerdos por “evitar despidos y situaciones que llevarían a la exclusión a muchas familias de nuestro territorio”. A los empresarios les ha pedido que “piensen en personas, en proyectos de vida y no solo en números”. “Son muchas las personas desempleadas, las familias que dependen de ERTEs que pronto acabarán y que en medio de esto, con mucha incertidumbre, no se pueden concebir más castigos que vayan en contra del ahorro y la tranquilidad de las familias, como es la subida histórica de los precios de la luz”, añadió.
En obispo pidió a las administraciones públicas “combatir la pobreza energética que se ceba con tantas personas, nacionales y extranjeras, agradeciendo la labor silenciosa y paciente de organismos de la Iglesia como Cáritas, Berakah y muchas parroquias en favor de la inclusión y contra el empobrecimiento de familias enteras”.
Ha condenado, además, “la violencia dentro de los domicilios, especialmente contra mujeres y contra los hijos” y “el bullying, que causa un profundo dolor, es un mal que debemos erradicar de escuelas y centros de trabajo. No tenemos derecho a arruinar la vida de nadie”, señaló denunciando las cifras de suicidio. También recordó “a los millones de personas, cristianos en su inmensa mayoría, que son perseguidos y asesinados por su fe, quienes dan testimonio de la verdad” y los gestos de intolerancia a los símbolos religiosos.