Fiel a su cita dominical, el papa Francisco ha presidido el rezo del ángelus a mediodía desde la ventana de su despacho en el Palacio Apostólico. Comentando el evangelio del domingo, en el que se recoge un nuevo fragmente del discurso en el que Jesús se presenta como Pan de Vida (cf. Jn 6, 41-51), Francisco ha lanzado la pregunta “¿Qué significa el pan de vida?”.
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Alimento del alma
“Para vivir, uno necesita pan. Quien tiene hambre no pide comida refinada y cara, sino pan. Los que no tienen trabajo no piden grandes sueldos, sino el ‘pan’ del empleo. Jesús se revela como el pan, lo esencial, lo necesario para la vida cotidiana”, apuntó. “Sin Él, las cosas no funcionan. En otras palabras, sin Él, vivimos más de lo que vivimos, porque sólo Él alimenta nuestras almas, sólo Él nos perdona de ese mal que no podemos superar por nosotros mismos, sólo Él nos hace sentirnos amados aunque todos nos defrauden, sólo Él nos da la fuerza para amar y perdonar en medio de las dificultades, sólo Él da al corazón la paz que busca, sólo Él da la vida para siempre cuando la vida aquí termina”, añadió.
“Yo soy el pan de vida, resume verdaderamente todo su ser y toda su misión”, señaló Francisco aludiendo a Jesús en la Última Cena. “Jesús sabe que el Padre le pide no sólo que alimente a la gente, sino que se dé a sí mismo, que rompa su vida, su carne, su corazón para que tengamos vida. Estas palabras del Señor despiertan en nosotros el asombro por el don de la Eucaristía. Nadie en este mundo, por mucho que ame a otra persona, puede hacerse comida para ella. Dios lo hizo, y lo hace, por nosotros. Renovemos este asombro. Hagámoslo adorando el Pan de Vida, porque la adoración llena la vida de maravilla”.
Jesús en casa
Ante el escándalo de la gente, prosiguió el Papa, “estaríamos más cómodos con un Dios que está en el cielo sin entrometerse, mientras nosotros podemos gestionar nuestros asuntos aquí abajo. En cambio, Dios se hizo hombre para entrar en la concreción del mundo”, sentenció. Dios, prosiguió Bergoglio, “se interesa por todo en nuestras vidas”.“Podemos contarle nuestros afectos, nuestro trabajo, nuestro día, todo. Jesús desea esta intimidad con nosotros. ¿Qué es lo que no desea? Para ser relegado –el que es el pan–, para ser descuidado y dejado de lado, o para ser cuestionado sólo cuando lo necesitamos”.
Por ello , propuso “al menos una vez al día nos reunimos para comer juntos; quizás por la noche, en familia, después de un día de trabajo o estudio. Sería bueno, antes de partir el pan, invitar a Jesús, el pan de la vida, para pedirle simplemente que bendiga lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. Invitémosle a casa, recemos en estilo ‘doméstico’. Jesús estará en la mesa con nosotros y seremos alimentados por un amor más grande”.