La convivencia intergenaracional y el enriquecimiento mutuo es una de las constantes apuestas del papa Francisco. No sólo ha invitado varias veces a que la sociedad no descarte a los mayores, sino que ha destacado la importancia de la juventud que también vive su propio descarte. En este 12 de agosto, día en el que la ONU estableció en 1999 el Día Internacional de la Juventud, Vida Nueva repasa los 8 mensajes de Bergoglio sobre quienes están construyendo ya el futuro del mundo a través de los mensajes de las diferentes Jornadas Mundiales de la Juventud.
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2021: Abrazar el dolor del mundo
El mensaje de 2020 es el último que se ha hecho público –los años que no hay JMJ internacional, el papa Francisco ha pasado la celebración diocesana del Domingo de Ramos al de Cristo Rey–. El Papa destaca como “una dimensión esencial de la Iglesia” la del “caminar juntos”. “A nuestro alrededor, pero a veces también en nuestro interior, encontramos realidades de muerte: física, espiritual, emotiva, social. ¿Nos damos cuenta o simplemente sufrimos las consecuencias de ello? ¿Hay algo que podamos hacer para volver a dar vida?”, señala Francisco.
Frente a esto, destaca el Papa el ejercicio de la compasión. “Queridos jóvenes: No os dejéis robar esa sensibilidad. Que siempre podáis escuchar el gemido de quien sufre; dejaos conmover por aquellos que lloran y mueren en el mundo actual”, desea. “Si sabéis llorar con quien llora, seréis verdaderamente felices. Muchos de vuestros coetáneos carecen de oportunidades, sufren violencia, persecución. Que sus heridas se conviertan en las vuestras, y seréis portadores de esperanza para este mundo”, añade.
“También vosotros jóvenes podéis acercaros a las realidades de dolor y de muerte que encontráis, podéis tocarlas y generar vida como Jesús. Esto es posible, gracias al Espíritu Santo, si vosotros antes habéis sido tocados por su amor, si vuestro corazón ha sido enternecido por la experiencia de su bondad hacia vosotros. Entonces, si sentís dentro la conmovedora ternura de Dios por cada criatura viviente, especialmente por el hermano hambriento, sediento, enfermo, desnudo, encarcelado, entonces podréis acercaros como Él, tocar como Él, y transmitir su vida a vuestros amigos que están muertos por dentro, que sufren o han perdido la fe y la esperanza”, apunta.
2020: ¿Cuáles son vuestras pasiones y vuestros sueños?
En su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2020, de ámbito diocesano, Francisco invita a ser continuadores del mensaje del Resucitado. “‘Levántate’ significa también ‘sueña’, ‘arriesga’, ‘comprométete para cambiar el mundo’, enciende de nuevo tus deseos, contempla el cielo, las estrellas, el mundo a tu alrededor. ‘Levántate y sé lo que eres’. Gracias a este mensaje, muchos rostros apagados de jóvenes que están a nuestro alrededor se animarán y serán más hermosos que cualquier realidad virtual”. Porque “si tú das la vida, alguno la acoge. Lo que es hermoso suscita pasión. Y si un joven se apasiona por algo, o mejor, por Alguien, finalmente se levanta y comienza a hacer cosas grandes; de muerto que estaba, puede convertirse en testigo de Cristo y dar la vida por Él”, asevera.
Bergoglio concluye su mensaje apelando a los sueños y pidiendo ‘hacer lío’: “Queridos jóvenes: ¿Cuáles son vuestras pasiones y vuestros sueños? Hacedlos surgir y, a través de ellos, proponed al mundo, a la Iglesia, a los otros jóvenes, algo hermoso en el campo espiritual, artístico, social. Os lo repito en mi lengua materna: ¡hagan lío! Haced escuchar vuestra voz”.
Panamá 2019: la revolución del servicio
En el vídeomensaje preparatorio para la Jornada Mundial de la Juventud de Panamá, Francisco invita a contemplar a María. El Papa pone de manifiesto que “hay muchos jóvenes, creyentes o no, que al final de una etapa de estudios muestran su deseo de ayudar a otros, de hacer algo por los que sufren. Esta es la fuerza de los jóvenes, la fuerza de todos ustedes, la que puede cambiar el mundo; esta es la revolución que puede desbaratar los grandes poderes de este mundo: la “revolución” del servicio. Ponerse al servicio de los demás no significa solamente estar listos para la acción, sino que también hay que ponerse en diálogo con Dios, en actitud de escucha, como lo hizo María”.
“Las propuestas de Dios para nosotros, como la que le hizo a María, no son para apagar sueños, sino para encender deseos; para hacer que nuestra vida fructifique y haga brotar muchas sonrisas y alegre muchos corazones. Dar una respuesta afirmativa a Dios, es el primer paso para ser feliz y hacer felices a muchas personas”, añade Bergoglio.
2018: relaciones profundas
En el año en el que se ha celebrado el Sínodo de los Jóvenes, el Papa señala que Dios “conoce bien los desafíos que tenemos que afrontar en la vida, especialmente cuando nos encontramos ante las decisiones fundamentales de las que depende lo que seremos y lo que haremos en este mundo. Es la «emoción» que sentimos frente a las decisiones sobre nuestro futuro, nuestro estado de vida, nuestra vocación. En esos momentos nos sentimos turbados y embargados por tantos miedos”.
Por ello, frente al miedo, Francisco invita a practicar el discernimiento y el diálogo. “Nunca perdáis el gusto de disfrutar del encuentro, de la amistad, el gusto de soñar juntos, de caminar con los demás. Los cristianos auténticos no tienen miedo de abrirse a los demás, compartir su espacio vital transformándolo en espacio de fraternidad. No dejéis, queridos jóvenes, que el resplandor de la juventud se apague en la oscuridad de una habitación cerrada en la que la única ventana para ver el mundo sea el ordenador y el smartphone. Abrid las puertas de vuestra vida. Que vuestro ambiente y vuestro tiempo estén ocupados por personas concretas, relaciones profundas, con las que podáis compartir experiencias auténticas y reales en vuestra vida cotidiana”, invita.
2017: Hacer memoria del pasado
“Lo que deseo es que vosotros, jóvenes, caminéis no sólo haciendo memoria del pasado, sino también con valentía en el presente y esperanza en el futuro”, es el deseo de Francisco tras la JMJ de Cracovia. María, para el Papa, “nos enseña que ser joven no significa estar desconectado del pasado. Nuestra historia personal forma parte de una larga estela, de un camino comunitario que nos ha precedido durante siglos. Como María, pertenecemos a un pueblo. Y la historia de la Iglesia nos enseña que, incluso cuando tiene que atravesar mares revueltos, la mano de Dios la guía, le hace superar momentos difíciles. La verdadera experiencia en la Iglesia no es como un flashmob, en el que nos damos cita, se realiza una performance y luego cada uno se va por su propio camino”.
Para Francisco, “una sociedad que valora sólo el presente tiende también a despreciar todo lo que se hereda del pasado, como por ejemplo las instituciones del matrimonio, de la vida consagrada, de la misión sacerdotal. Las mismas terminan por ser consideradas vacías de significado, formas ya superadas. Se piensa que es mejor vivir en las situaciones denominadas «abiertas», comportándose en la vida como en un reality show, sin objetivos y sin rumbo. No os dejéis engañar. Dios ha venido para ensanchar los horizontes de nuestra vida, en todas las direcciones. Él nos ayuda a darle al pasado su justo valor para proyectar mejor un futuro de felicidad. Pero esto es posible solamente cuando vivimos experiencias auténticas de amor, que se hacen concretas en el descubrimiento de la llamada del Señor y en la adhesión a ella. Esta es la única cosa que nos hace felices de verdad”.
Cracovia 2016: Misericordia en primera persona
En el Año de la Misericordia, Francisco compartió su experiencia vocacional porque “la misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona. A la edad de diecisiete años, un día en que tenía que salir con mis amigos, decidí pasar primero por una iglesia. Allí me encontré con un sacerdote que me inspiró una confianza especial, de modo que sentí el deseo de abrir mi corazón en la Confesión. ¡Aquel encuentro me cambió la vida!”
“Me encuentro con tantos jóvenes que dicen estar cansados de este mundo tan dividido, en el que se enfrentan seguidores de facciones tan diferentes, hay tantas guerras y hay incluso quien usa la propia religión como justificación para la violencia”, rememoraba el Papa. Por ello invitaba: “Tenemos que suplicar al Señor que nos dé la gracia de ser misericordiosos con quienes nos hacen daño. Como Jesús que en la cruz rezaba por aquellos que le habían crucificado: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). El único camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, cómo no, pero ella sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas. ¡Cómo quisiera que todos nos uniéramos en oración unánime, implorando desde lo más profundo de nuestros corazones, que el Señor tenga misericordia de nosotros y del mundo entero!”
2015: La fuerza de la relación con Dios
El papa comenta las bienaventuranzas en su mensaje de 2015. “Una vez les pregunté: ¿Dónde está su tesoro? ¿en qué descansa su corazón? Sí, nuestros corazones pueden apegarse a tesoros verdaderos o falsos, en los que pueden encontrar auténtico reposo o adormecerse, haciéndose perezosos e insensibles. El bien más precioso que podemos tener en la vida es nuestra relación con Dios. ¿Lo creen así de verdad? ¿Son conscientes del valor inestimable que tienen a los ojos de Dios? ¿Saben que Él los valora y los ama incondicionalmente? Cuando esta convicción desaparece, el ser humano se convierte en un enigma incomprensible, porque precisamente lo que da sentido a nuestra vida es sabernos amados incondicionalmente por Dios”.
Para el pontífice, “la invitación del Señor a encontrarse con Él se dirige a cada uno de ustedes, en cualquier lugar o situación en que se encuentre. Basta ‘tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él’. Todos somos pecadores, necesitados de ser purificados por el Señor. Pero basta dar un pequeño paso hacia Jesús para descubrir que Él nos espera siempre con los brazos abiertos”.
2014: maravillarse por las obras de Dios
Tras la JMJ de Río de Janeiro en Brasil, Francisco escribió su primer mensaje para la jornada diocesana de 2014. Su propuesta estaba basada en “las Bienaventuranzas de Jesús son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que habitualmente nos comunican los medios de comunicación, la opinión dominante. Para la mentalidad mundana, es un escándalo que Dios haya venido para hacerse uno de nosotros, que haya muerto en una cruz. En la lógica de este mundo, los que Jesús proclama bienaventurados son considerados “perdedores”, débiles. En cambio, son exaltados el éxito a toda costa, el bienestar, la arrogancia del poder, la afirmación de sí mismo en perjuicio de los demás”.
Para Francisco, “la Bienaventuranza de los pobres de espíritu orienta nuestra relación con Dios, con los bienes materiales y con los pobres. Ante el ejemplo y las palabras de Jesús, nos damos cuenta de cuánta necesidad tenemos de conversión, de hacer que la lógica del ser más prevalezca sobre la del tener más”. “La alegría del Evangelio brota de un corazón pobre, que sabe regocijarse y maravillarse por las obras de Dios”, concluye.