El primer Santo de El Salvador tras ser difamado de comunista logró llegar a los altares en 2018 luego de comprobarse un milagro
Cuando este 15 de agosto se cumplen 104 años del nacimiento de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, primer santo de El Salvador, profeta y mártir, Vida Nueva ha recogido los cinco momentos clave de su vida.
Monseñor Romero nació el 15 de agosto de 1917, en Ciudad Barrios, San Miguel. En el seno de una humilde familia, fue el segundo de ocho hermanos. Su padre, un telegrafista, y su madre ama de casa.
Ingresa al seminario mayor San José de la Montaña, en San Salvador, en 1937, después viaja a Roma, Italia para cursar sus estudios de Teología. Su ordenación sacerdotal fue en 1942 y el 23 de febrero 1977 fue nombrado arzobispo de San Salvador.
Se convierte en un férreo defensor de los derechos humanos frente a la represión por el gobierno de entonces, por ello un 24 de marzo de 1980 fue asesinado en plana eucaristía por un francotirador de la Guardia Nacional salvadoreña.
Frente a la injusticia que vivía El Salvador en su momento, y recién nombrado arzobispo, comenzó a ser una voz incómoda para el gobierno. De hecho había sido una figura cercana a las élites del país. Esa actitud combativa que asumió sorprendió a muchos.
Su gran amigo el sacerdote Rutilio Grande fue asesinado el 12 de marzo de 1977. Las investigaciones concluyeron que fueron grupos paramilitares de exterminio. Eso a solo 17 días después de que Romero fuera nombrado arzobispo. Esto fue un antes y un después en la vida del ahora Santo.
Todo el país esperaba escuchar sus homilías por radio, homilías en las que denunciaba a todos los sectores políticos, nunca mostró afinidad por ideología en particular, solo su testimonio de radicalidad evangélica lo llevo a ser profeta ante las injusticas. Eso lo llevó a reconocimientos como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Georgetown, de Estados Unidos, en 1978. Asimismo fue propuesto para el premio Nobel de la Paz en 1979 y en febrero de 1980 fue la Universidad de Lovaina, en Bélgica, le otorga un Doctorado Honoris Causa.
Aunque siempre supo que su vida corría peligro, no desmayó en su intento por la justicia, por eso las palabras de su última homilía fueron el leitmotiv que llevó a sus verdugos a asesinarlo. Así rezan las palabras que lo sentenciaron: “Hermanos son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: ‘no matar”. Luego de esto las religiosas del Hospitalito (Divina Providencia) recibieron llamadas amenazadoras el 22 y 23 de marzo.
Su causa de canonización se hizo a 10 años de su martirio en 1990. Su postulador fue el sacerdote Rafael Urrutia. Un proceso engorroso, lleno de trabas, por figuras incluso dentro de la misma Iglesia que lo difamaban de comunista. Archivaron el caso por varios años. Sin embargo, en 2015, en el pontificado del papa Francisco, fue beatificado. Y el 14 de octubre de 2018, tras comprobar un milagro en Cecilia Rivas Flores, salvadoreña que pidió su intercesión ante una grave enfermedad, Romero se convierte en el primer santo de El Salvador.